Dicen por ahí que “la vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te quitan el aliento”. ¡Cuán cierto es! Y sin duda, las vacaciones son una instancia privilegiada para construir esos recuerdos que estremecen tu corazón, haciéndote sentir plena y feliz.
Así es, porque ¿qué mejor que tomar un receso en la rutina para compartir horas mágicas junto a tus seres amados? Lejos de las obligaciones laborales, académicas o escolares - como también del estrés citadino - , todos pueden dejan fluir sus emociones y la alegría que les produce el estar juntos. Es la ocasión perfecta para redescubrir a nuestra pareja, hijos y a nosotras mismas; escucharnos, comprendernos y reencontrarnos con aquello que nos fascina: esos hobbies, pasatiempos e intereses que la presión de las obligaciones cotidianas nos obliga a dejar un poco a un lado.
El escaparse por unos días del mundo y sumergirnos en esa placentera burbuja de quietud que nos conecta con nuestra esencia es ¡maravilloso! La merecida recompensa tras un año de trabajo que nos recarga de energía para retomar nuestros proyectos con aún más ímpetu y entusiasmo. Nos ayuda a escucharnos, ordenar la mente y llenarnos de optimismo para enfrentar el año. Es la instancia para descubrir cuáles son las cosas que más importan, y gozarlas a concho. Además, nos permiten algo impagable: compartir tiempo de calidad con los afectos más cercanos. Por lo mismo, esta temporada es ¡mágica y divina!.
Si no tuviste la dicha de gozar tus vacaciones, no desesperes: aprovecha cada instancia que tengas para desconectarte y planifica tu asueto con suficiente antelación. Verás cómo el año pasará rápido y pronto estarás disfrutando esos fantásticos - y ansiados - momentos junto a los tuyos.
Y tú, ¿cuándo tomaste tus vacaciones?
Imagen CC Manue@PrettyKiku