¡Reconozcámoslo! Decir groserías nos resulta liberador. A veces experimentamos tanta ira, que nos dan ganas de inventar garabatos nuevos para expresar lo que sentimos. Y verbalizar nuestra rabia nos quita un gran peso: de no hacerlo, simplemente ¡explotaríamos!
Lo cierto es que desde pequeñas nos enseñaron a “hablar como señoritas”, ante lo cual todo tipo de grosería estaba estrictamente prohibida. Ello, porque “las damas no se expresan así, como carretoneros” (con todo el respeto de quienes desempeñan ese oficio). Por esto, conteníamos nuestras emociones, hasta que en algún momento de nuestra adolescencia dijimos: “ya no más” y dejamos fluir a nuestra “Carrie White” interna. ¡Ahhh!
La buena noticia es que un estudio de Psicology Today nos concede ¡toda la razón!, pues da cuenta de 7 importantes beneficios que las palabrotas otorgan a nuestra salud. ¿Quieres saber cuáles son? ¡Pues léelas atentamente!
1. Tienen un efecto analgésico: ¡Científicamente comprobado! Tras decir un garabato cuando experimentamos rabia o dolor, sentimos alivio y hasta risa. Así lo demostró Richard Stephens, psicólogo de la Universidad de Keele, con un experimento en el cual 67 estudiantes expusieron sus manos a bajísimas temperaturas. Los jóvenes que gritaron obscenidades fueron capaces de soportar por más tiempo este martirio. ¿Qué tal?
2. Son un mecanismo de defensa: Tal como lo demostró el estudio antes referido, las malas palabras son utilizadas como método de supervivencia, pues constituyen una sana forma de manifestar nuestra rabia, frustración o dolor.
3. Te ayudan a sentir más fuerte: Stephens, en su investigación, concluyó también que las groserías aumentan la confianza en nosotros mismos, ya que permiten controlar adecuadamente nuestras reacciones, restándole importancia a las debilidades.
4. Te hacen más sociable: De acuerdo con los especialistas, quienes profieren palabrotas son más naturales y espontáneos, por lo cual poseen mayores habilidades sociales que quienes se contienen. Además, son percibidos por su entorno como “honestos y cercanos”.
5. Enfatizan tus ideas: Como antes te comentaba, a veces sentimos tantas emociones que nos dan ganas de inventar palabras o groserías nuevas para poder exteriorizarlas. ¡Si hasta a Mary Poppins le ocurrió, siendo “supercalifragilisticoespialidoso” su invención!. Pues bien, es cierto que en ocasiones las palabras no bastan y un garabato bien puesto es entonces el mejor aliado para transmitir apropiadamente nuestras opiniones, poniéndoles el acento y la pasión necesaria.
6. Implican que eres emocionalmente sana: Cuando dices palabrotas se liberan endorfinas, se acelera la circulación y esto te provoca una sensación de placer y bienestar, permitiendo que no acumules enojo (lo que es peligroso, pues contener tus emociones podría llevarte a reacciones violentas). Gracias a las groserías, bajas las revoluciones y tienes un mayor control de tu ira.
7. ¡Decir groserías no significa que seas vulgar! Está la creencia (errónea) de que quienes se expresan con garabatos tienen un pobre vocabulario. Pues ¡te contamos que eso NO es verdad!, ya que el estudio realizado por Richard Stephens demostró que utilizar palabrotas no tiene relación alguna con el intelecto.
Así es que ¡ya sabes!, la próxima vez que la micro te abandone en el paradero o algún desubicado te diga un piropo subido de tono, no temas ni te avergüences de dedicarle ¡un rosario de aquellos! Es justo y necesario, por tu propia salud.
¿Te animas?
Imagen CC HckySo