Siempre me han gustado las redes sociales. Esto de compartir, conversar y saber de gente que queremos, quienes - por una u otra razón - estarían perdidos en el tiempo y el espacio me parece francamente genial. Aunque amo el olor de los libros y subrayarlos mientras los leo, nunca he sentido ese odio por la conectividad total. A medida que mi bolsillo se ha comportado, me sentí encantada de tener un celular inteligente, para subir fotos de lo que hago y estas cosas. Todo, hasta que sucedió: supe que era posible terminar una relación vía Whatsapp. Sí, tal como leen. Es posible recibir un mensaje que ni siquiera tiene costo con la frase "esto se acabó". (Por último, gastar 100 pesos en SMS o una llamada telefónica me parece más digno).
La cosa es que Pepita - nombre ficticio para proteger el nombre de la fuente oficial - llegó a mi casa el otro día con cara de haber sido golpeada por un ladrillo. Sorprendida, choqueada y sobre todo, adolorida. Hace algunos meses que tenía una relación informal con el Sujeto X - también llamado el Innombrable desde ese día - y todo iba super bien. Sin embargo, de un minuto a otro, mi amiga recibió el siguiente mensaje
" ¿Sabes? Creo que mejor deberíamos terminar. No sé, me siento extraño. Quiero que dejemos de vernos"
¡Plop! Horror. ¿A quién se le ocurre hacer algo así? O sea, o mi amiga le importaba realmente cero, o este tipo se pegó en la cabeza. Porque tal acto de cobardía no se justifica por nada ni nadie. Al menos en mi opinión. Definitivamente hay cosas que deberían decirse a la cara siempre, no importando la época, el lugar, la existencia de la telepatía u otro tipo de mensaje. ¿Por qué? Porque si la persona con la que rompes te importa, definitivamente merece un poco de tu tiempo para una conversación sincera sobre lo que termina y saber claramente por qué tuvo ese final. ¿O no?.
La cosa es que si terminar de una manera "normal" es doloroso, creo que sufrirlo de una manera tan atípica puede resultarlo más. Porque a la tristeza - y en algunos casos, dolor - se suma el rollo mental más grande que pueda existir: el no saber qué pasa por la cabeza del otro y qué fue lo que hicimos mal o qué debemos aprender para el futuro. En fin,cosas básicas para poder superarlo.
Pepita quedó confundida, con mil preguntas en su cabeza que, definitivamente, él no iba a darse el tiempo de contestar. Además, entramparse en una conversación de ese calibre vía chat es un arma bastante peligrosa. Bien sabemos que si falta una coma, un punto o lo que sea, es posible que una frase inocente termine en una ofensa de proporciones. Entonces, ¿cómo tener conversaciones tan importantes por una vía tan susceptible de ser malinterpretada? Y lo más importante... ¿Este es sólo un caso aislado o a ustedes también les pasó?
Imagen CC Luis