Hace algunos años, el simulador de vida Habbo Hotel fue furor entre los adolescentes. Con habitaciones virtuales, tiendas, piscinas, discos y miles de usuarios, este colorido sitio se convirtió en hogar de muchos cibernautas, que dedicaron horas y dinero (real) en construir una segunda vida. Recuerdo que yo tenía alrededor de 11 años cuando ingresé al cibermundo y me quedé, al menos, por 6 más.
Mi vida habitual (o real) era entretenida: tenía un montón de amigos y salía bastante, pero cuando conocí Habbo cambió mi perspectiva. No perdí mi vida "real" pero sí me integré casi por completo a este nuevo mundo. Desde vestir a tu avatar hasta acomodar la habitación a tu "pinta", el hotel tenía un atractivo fatal: te atrapaba. Pero, sin duda, lo mejor era la enorme mezcla de culturas que contenía. Fue así como me emparejé con un argentino, mi "habbo amor".
Se llamaba (llama) Ale, o más bien le decían así. Tenía casi mi misma edad - un año más - y apenas nos conocimos nos llevamos genial. En un principio nos enseñábamos palabras y jergas de un país y otro, para luego comenzar a hablar de nuestro día a día. Fue así como en alguna ocasión me pidió que fuese su "habbo novia" (o quizás fui yo quien le pidió) y comenzamos una relación virtual que se extendió por algunos años.
La relación se convirtió en una especie de "querido diario". En algún momento llegamos al punto de revelar aspectos bastante íntimos de nuestras vidas (tristezas, alegrías, inquietudes, relación con la familia, etc), lo que fortalecía aún más el vínculo.
Lo curioso de este amor adolescente, es que ambos manteníamos una vida fuera del PC. Yo incluso tenía otros pololos que no tenían idea de mi relación vía Internet con este cariñoso argentino. Es por lo anterior que duramos mucho tiempo, ya que al tratarse de un pololeo virtual, ambos nos dedicábamos a los detalles, ciber-regalos y a entregarnos mucho cariño. Ni comparable a las relaciones reales, que poca trascendencia tuvieron para mí en ese entonces.
Teníamos salas en Habbo, conectadas por teleporter y nos dábamos "power" para acceder a los bienes del otro (los ex usuarios del hotel entenderán). Realmente manteníamos un aprecio muy grande el uno por el otro pero, curiosamente, nunca nos llamamos por teléfono ni nos vimos por cámara web. Paralelo al Habbo, también chateábamos por MSN y teníamos avatares en IMVU (otro simulador mucho más elaborado). Estábamos todo el día conectados.
No tengo idea por qué terminamos. Lo que sí sé, es que hasta el día de hoy mantenemos una amistad que suma más de 10 años. La comunicación no es la misma de ese entonces (no hablamos todos los días), ni tampoco hay intenciones amorosas entre nosotros, pero cada cierto tiempo nos escribimos en el muro de Facebook.
Si bien cada uno logró despegarse de la pantalla del PC (porque éramos extremadamente dependientes), el cariño virtual que creamos se solidificó transformándose en algo eterno. El nivel de transparencia y honestidad que traspasamos el uno al otro por tantos años, nos permitió conocer la parte más pura, inocente y bella de cada uno, y cuando has conocido a alguien bajo esas características, es difícil que lo puedas olvidar.
Ustedes, ¿tuvieron un amor como ese?