Hace un par de años que entrar a revisar Facebook ya no es lo mismo. Antes se veían muchas fotos de fiestas, reuniones sociales, playas paradisíacas y mucha juventud. Ahora no. Fotos de ecografías, anillos de compromiso, partes de matrimonio, vestidos de novia y gente con sus maletas en el aeropuerto camino a comenzar una nueva vida son un bombardeo constante que, junto con alegrarme de lo que le pasa al resto, hace que me cuestione qué estoy haciendo con mi vida.
Dos de mis amigas cercanas se fueron a vivir a otros países, dos están comenzando sus propias empresas, otras tantas se casan entre éste y el próximo año y ya no sé cuantos “sobrinos” tengo y los que vienen en camino. ¿Y yo? En cuatro años sólo he tenido un cambio de trabajo, muy poco comparado con todo lo otro.
Cada vez que alguna me dice que me quiere contar algo, comienzo a imaginar cuál de todas estas opciones es y al mismo tiempo vienen las preguntas de si me estoy quedando estancada, si seré muy cobarde por no hacer algún cambio más radical en mi vida o simplemente pensar que el destino me va a traer algo así de importante en un tiempo más.
A veces incluso he llegado a pensar que soy demasiado egoísta al preocuparme de por qué a ellas les pasan estas cosas y no a mí, en vez de alegrarme y disfrutar juntas estas nuevas etapas. Cada vez que nos reunimos soy a la que menos cosas le suceden, ya que mis "novedades" son pocas, muy pocas.
Adoro a mis amigas, pero no puedo evitar pensar que voy en una carretera a cero por hora y ellas por la vía rápida. Cada vez que entro a Facebook o a Instagram, sé de otro cambio en sus vidas.
Y a ustedes, ¿también les pasa?
Imagen CC Derek Ramsey