¿Estás cansada de los malos sueldos, el trato indigno y el pésimo horario que no te deja ver a tus niños? Hace muchos años un grupo de mujeres también se hartó de esto, e hizo una huelga a la empresa donde trabajaba. El empleador, descontento, las encerró y les prendió fuego.
Ese horrendo acontecimiento dio origen a la celebración del Día de la Mujer Trabajadora, que en la actualidad es valorado y recordado no sólo por esos hechos, sino por el presente: aunque cada día nos acercamos a la igualdad de condiciones, es con sueldos inferiores y menor tiempo para las familias.
Cada año recordarnos a esas féminas valientes, que marcaron la historia de la humanidad; sin embargo, hoy te pido que no las veas como iconos, sino como iguales. Porque eso eran: mujeres sencillas, con sueldos mínimos, con deberes de madre, responsabilidades económicas y deseos de surgir. Dime, ¿acaso esas características no están en ti?. Lo están. Son propias de nuestra naturaleza. Quizás muchas de nosotras no haremos algo digno de tener un feriado; no conquistaremos nuevos mundos, ni lucharemos por los derechos del género, bonos o mejores remuneraciones, pero cada una tiene su propia batalla: el rol de la mujer madre y trabajadora, jefa, doctora o dueña de casa. En definitiva, ese complejo rol de ser mujer.
Ese conjunto variado de oficios habita en un mismo ser, creado para cumplir de manera óptima con cada desafío que se pone enfrente. Porque cuando pienso en el Día de la Mujer, no sólo pienso en la que gana un sueldo: pienso en mi madre, que me llevó muchas noches al hospital en mi niñez, que tomó mi mano cuando su madre falleció en nuestros brazos y aún así, fue fuerte aunque se rompía por dentro. Pienso en la mujer que pierde a su hija en un accidente y sale cantando en TV para que otras no vivan eso. Pienso en la señora de avanzada edad que vende dulces en la calle, para vivir y comprar sus remedios. O en la joven que sin estudios, se esfuerza por sacar a sus hermanos o hijo adelante. Pienso en aquella que no da más, que guarda su enfermedad tras una sonrisa, en la que sufre por amor, en la que calla ese amor, y en la que pelea por él. No necesitas ser una mártir para ser una heroína de nuestro tiempo. Sólo necesitas seguir siendo tú.
Ser mujer es contar con ese ímpetu que no se quiebra mientras las lágrimas caigan por el rostro, ese valor que ni la enfermedad logra arrebatarte, esa fiereza que nace desde la sequía de tu interior y erosiona cuando todo es desierto; es ser quien desecha la vergüenza y se despoja de los miedos de su cuerpo por quien ama, para ir mas allá de lo esperado.
Este 8 de marzo es tu día. No celebramos el ser mujeres por tener sexo femenino; es un reconocimiento a ti, a tus logros, a tu querer emprender y a tu valentía de ser mujer.
Disfrútalo, toma aire y sigamos siendo mujeres maravillosas.
Imagen CC MartinaK15