Sabemos que el cuerpo tiene estrecha conexión con las emociones, lo que explica que muchas sensaciones físicas respondan a ellas. Es así como percibimos que el corazón se acelera al estar junto al ser amado y las “mariposas en la barriga” se hacen presentes en dicha instancia. Aunque estos síntomas físicos son dulces y agradables, otros que no lo son tanto también responderían a factores emocionales, pero esta vez de tipo negativo. ¿Quieres saber de qué forma tu cuerpo manifiesta sentimientos escondidos? Lee con atención las siguientes líneas:
1. Sobrepeso: la tendencia a engordar evidencia insatisfacción con la forma en que hemos conducido nuestra vida, pero también inacción de mejorar aquello que nos desagrada. Cuando la desidia se apodera de nosotras, los kilos extra se hacen presentes como una forma de exteriorizar la frustración y el desgano. Por eso, ¡lucha por tus metas si quieres mantenerte en forma!
2. Dolor de cabeza: nos aqueja cuando las dudas nublan la mente, al estar estresadas o bien, si el círculo social que nos rodea es pernicioso para nosotras. Si experimentas con frecuencia este síntoma, ¡atenta a tu entorno!.
3. Dolor de estómago: se manifiesta cuando experimentamos rabia y no somos capaces de exteriorizarla. Si “dejamos pasar” aquellas situaciones que nos generan desagrado y ahogamos la ira que nos producen, la concentración de bilis hará lo suyo provocando un cólico desagradable.
4. Presión alta y corazón oprimido: esta condición se da en momentos en que somos presas del miedo, la angustia o la ansiedad. La incertidumbre también es un factor detonante de este tipo de molestia, al igual que el estrés excesivo - al sobreexigirnos - y el cansancio mental.
5. Dolor de garganta: nos aqueja al no ser capaces de verbalizar nuestras aflicciones, al igual que si llevamos un tiempo reprimiendo sentimientos nobles (como el amor) y no tanto, como la molestia que nos genera alguna situación determinada, tal cual ocurre con el estómago.
6. Neurosis: Si te irritas fácilmente y reaccionas con violencia ante el más mínimo estímulo, estás siendo presa de una crisis nerviosa. Esta se da cuando tu niño interno “deja de creer” en el futuro y ya no ve el lado bueno de las cosas. La imposibilidad de hallar una solución práctica al conflicto crea desesperanza y lleva a esta severa alteración emocional. ¡Cuidado con padecerla!
Más allá de las suspicacias que nos pueda generar esta “teoría” para explicar nuestras dolencias, debemos reconocer que las emociones sí somatizan, evidenciando en el organismo lo que la boca no quiere expresar. Así es que, ¡atenta a lo que tu cuerpo dice!.
Y tú, ¿te animas a escuchar lo que tu corazón se niega a revelar?
Imagen CC Avenue G