Muchas veces la culpa nos limita a tomar ciertas acciones, haciéndonos pensar en problemas que en verdad no hay. El temor a obtener malos resultados o tomar decisiones equivocadas, se transforma en un obstáculo que nos lleva a la inacción. Entonces, ¿qué debemos hacer frente a eso?
Primero que todo, debemos tener presente las distintas vertientes de que proviene la culpa (es decir, respecto de quiénes y por qué la sientes), para así definir con claridad de qué manera la abordaremos:
1. Con las amigas, esas que son como tus hermanas, confidentes, protectoras y partners. A ellas siempre se les debe ser fiel. Antes de que tengas culpa por no contarles que su pololo anda con otra - o peor aún, de que tengas alguna aventura con su pareja -, tienes que saber que nunca se les traiciona, puesto que son personas muy valiosas en tu vida. Estamos hablando de las amigas que van a todas, esas que están en las buenas y en las malas, siendo tan jugadas como tú. Con esto no quiero decir que seas diferente con tus amigas menos cercanas.
2. Con las madres, las mujeres que mejor nos conocen. Ellas siempre querrán lo mejor para nosotras, aunque sus opiniones sean distintas a las nuestras. Cuando es así, no las comprendemos y deseamos mantener distancia con ellas. Sin embargo, eso dura hasta que a ti te toca ser madre y entiendes el rol de una mujer con hijos. Pagas el noviciado con tu primogénito y vives en carne propia las angustias que provocaste a tu madre. No la culpes a ella de cómo te crió, cómo te educó o de qué te prohibió, sino más bien, quiérela tal como lo hizo ella contigo.
3. Con las hermanas, sean mayores o menores. Las típicas discusiones de niña chica se tornan tediosas cuando no sabemos enfrentarlas. La envidia, las diferencias, la convivencia, las ventajas que tiene una y no la otra, además de las maldades que hicieron juntas cuando pequeñas (que aunque sean cosas del pasado, aún dejan huellas en el presente). Solemos sentirnos mal cuando llegamos a ofenderlas con algunos dichos o actos. Son parte de nuestra familia y sabemos que no está bien herirlas.
4. Con una misma. Este es el peor de los sentimientos. ¿Te ha ocurrido alguna vez que te condenes por tus errores, por más pequeños que éstos sean?. Eso se debe a una baja autoestima o simplemente a no creer en ti misma. Creer que no hacemos bien las cosas o que no somos capaces sólo traerá verdaderas complicaciones. Somos libres de equivocarnos con nosotras, con nuestra familia, con nuestros amigos, novios, compañeros de trabajo, superiores, etc. Pero para trabajar la culpa, es vital que primero te perdones a ti misma. Es una de las formas en que podrás salir adelante, sin cargar con esa maldita culpa, que te paraliza y no te deja actuar.
5. Con la pareja / ex pareja. Muchas relaciones se ven perjudicadas cuando existen diferencias muy profundas. Pasa el tiempo y no hay voluntad de cambiar o establecer acuerdos para el beneficio mutuo. Te sientes culpable de volver a caer en los mismos errores o de volver siempre con el mismo pastel. En el amor sí se da espacio para cometer errores, y ¡eso lo sabemos muy bien!, pero tampoco es un tema para quedarse pegada. Si quieres pasarla bien y conocer a otras personas, sin rollos, sin compromisos, es decir, vivir en plena soltería… estás en todo tu derecho. Pero, si prefieres una relación y el compromiso, sabes que eso te exigirá más. En una relación, no te sientas culpable por cosas simples, ya sea agradar a tu pololo en todo, consentir sus gustos, mimarlo, quererlo como un niño chico o ser como una madre para él. A menos, que esto te esté pasando la cuenta y simplemente ya no quieras hacerlo.
La culpa es un sentimiento negativo que tenemos que saber manejar. Si cometes errores lo sentirás por un tiempo, pero lo más importante, es saber enmendar. Hazte responsable, perdónate a ti misma y aprende de tus desaciertos. No están de más en nuestras vidas, pues es a través de ellos que encontramos el camino para ser mejores.
Imagen CC Thiago Marques