El aspecto sentimental, sin dudarlo por un segundo, suele ser uno de los más complicado de todos (según mi opinión). Y es que en el ámbito amoroso siempre hay altos y bajos (demasiado arriba y demasiado abajo) que van manifestándose en tu vida, tanto así que un día puedes estar en las nubes, pero al otro queriendo enterrarte en un pozo sin fondo. Y cuando estamos en este estado de desilusión profunda, todo a nuestro alrededor se altera y retomar la estabilidad no es una tarea sencilla, sobre todo con un corazón roto a cuestas.
Uno de los casos más intensos y comunes, es cuando juramos de guata que hemos encontrado al "indicado" y nos jugamos el corazón en el afán de demostrarle que nos importa, que queremos compartir nuestro mundo con él. Sin embargo, por más que le ponemos amor, ganas y empeño a ese intento de relación, las cosas terminan mal porque él decide, de un día para otro, que"ya no le gustas", "encontró al verdadero amor", "te quiere como amiga" o "malinterpretaste las señales que te dio" (las cuales eran clarísimas: te decía que te quería, que estaba sintiendo algo más que una amistad y que podrían intentarlo).
Después de que el famoso "pseudo indicado" se da la media vuelta y se larga a vivir el amor con otra persona, tú quedas ahí como detenida en el tiempo, sin una ruta clara, con más lágrimas que pelos en la cabeza y con un enorme nudo en el pecho que solamente el tiempo y la distancia pueden curar. Eso, siempre dejando una cicatriz y el recuerdo de lo que pasó, lo que te lleva a desconfiar de cualquier hombre que se acerque a ti en actitud romántica. Creo que en mi caso prefiero la tranquilidad de estar sola, que jugármela por alguien que me dejará un sabor tan amargo.
Lo bueno es que es verdad que todo pasa y que el "tiempo al tiempo" es uno de los mejores remedios. Una como mujer es fuerte y sobrevive a todos estos embates de la vida, se cae, se para y sigue caminando como si el mundo le perteneciera (aunque en su cabeza existan muchas dudas que parecen no tener respuesta). El problema es cuando tú ya estás tranquila, "en otra" y concentrada en lo que el futuro tiene para ti (por lo cual cerraste el pasado con llave) y de pronto recibes un WhatsApp de un número que no tienes registrado - porque lo borraste hace mucho tiempo - pero sabes perfectamente a quién le pertenece. El mensaje es algo como "Hola, espero que estés bien, me he acordado de ti en este tiempo" y tú quedas con cara de WTF (What the F*ck) ,porque hasta donde tú habías entendido, él se olvidó de tu existencia y no tenías noticias de él hacía meses y meses.
Sea por el motivo que sea, aunque de verdad te extrañe "como amiga" ¿cuál es ese afán de los hombres por no desterrar de una a ciertas personas? En mi caso, cuando alguien me hace mucho daño, prefiero romper el lazo y descartarlo de mi vida (sólo en casos muy puntuales he decidido retomar el contacto). Esto, porque algo del pasado que aportó mayormente dolor y malos ratos, dudo que pueda traer algo bueno a ese futuro intentas escribir. Y no es que sea la reina de las rolleras y jure que el tipo esté pensando en mí con algún interés sentimental; de hecho, debe estar feliz con esa otra persona, pero siento que intentar reparar una grieta que no llenarías ni con todo el cemento del mundo, no es una opción viable.
Creo que los hombres deberían pegarse el alcachofazo, ya que si se mandaron una embarrada muy grande y ven que la otra persona no está interesada en continuar en contacto, hay que dejarla seguir su camino y darle distancia, cortar por lo sano y "si te he visto no me acuerdo". Ya pasó demasiada agua debajo del puente y no nací con vocación de mártir para que me cuente sus problemas amorosos o me restriegue en la cara lo feliz que fue después de dejarme hecha bolsa. Tengo pocos amigos, pero no estoy haciendo casting para atraer a personas del pasado a formar parte de mi vida.
Por eso, el que inventó el dicho "el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen" tenía toda la razón.
A ustedes ¿les ha tocado vivir el regreso de uno de estos personajes?
Imagen CC Denise Carrasco