Son pololos, el tiempo juntos es maravilloso y se quieren un montón; pero a la hora de enfrentar al muro de Facebook, las sonrisas se transforman en malos ratos y disgustos. Es el caso de una amiga, que cada vez que visitaba el de su amorcito, se molestaba con alguna publicación y sufría pensando que su pololo tenía interés en otra persona. Eso, hasta que decidió eliminarlo.
Sin terminar, ni pausar el pololeo, mi amiga - la llamaremos "Nicole", pues no me dejó publicar su nombre real -, agregó un día a su pareja al listado de bloqueos de la gran red social. Una medida algo extrema, pero los celos la estaban matando. En una relación anterior, Nicole había sido engañada, situación que provocó un sensible daño en su corazón, perdiendo la confianza incluso en sí misma.
Es por eso que mi amiga se "pasaba rollos" cuando veía algún like de otra niña en las fotos de su pareja o, peor, si él comentaba un elogio a otra mujer. Revisaba constantemente el listado de amigos del pololo, inspeccionando perfil a perfil, hasta que un día se dio cuenta de que él le comentaba cada estado y actualización a una chica específica.
Nicole se largó a llorar y luego dio por hecho de que su nuevo amor la engañaba igual que el anterior. Recuerdo que me llamó y me sentí muy triste junto a ella. Intenté justificar las acciones de su pololo para apaciguar la situación y que pensara con más frialdad, pero ya había dado todo por acabado. En la tarde terminó con el pobrecito; al parecer, ni siquiera le explicó con claridad lo ocurrido y no lo dejó hablar.
Él la llamo toda la noche, según me contó mi amiga, hasta que fue a su casa y hablaron sobre el tema. Obviamente, todo fue un malentendido, aunque Nicole se mantuvo en su postura por un largo tiempo más y siguió buscando pistas del "engaño" en el muro del pololo. Hasta que un día decidió que ya no quería sufrir más y borró a su amorcito de Facebook.
Recordé ese caso, y pregunté a mi amiga si su plan había funcionado. Fue entonces cuando me habló sobre lo bueno y malo de su decisión. Entre lo primero, destacó que lo mejor fue que le ayudó a controlar sus celos. Pese a que aún no los superaba por completo, logró dar un paso importante para dejarlos. Además, al no tener a su pololo agregado, perdió el interés en las redes sociales y comenzó a dedicar tiempo a otras cosas: ¡entró a clases de boxeo!. Eso sí que fue un cambio.
Respecto a su relación, se fortaleció la comunicación directa. Comenzaron a llamarse por teléfono con más frecuencia e incluso visitarse y verse por Skype. Buscar otras alternativas virtuales resultó entretenido. Nicole me aseguró que Facebook eran "letras vacías" al lado d otras plataformas: también disminuyó su adicción a la red social. Eso sí, me confesó una actitud algo "doble estándar", puesto que al no tener al pololo agregado, pudo "jotearse" -de manera sutil- a otros chicos. No sabría decir si el punto anterior es bueno o malo, puesto que ella reprochaba en él esa actitud (aunque me aseguró que sólo se trataba de una distracción).
Aún así, entre tanta "maravilla", también se quejó de algunas cosas. Antes que todo, me dijo que "igual era una pena no tener la confianza de tenerse agregados", fue tanta la convicción de mi amiga por borrarlo, que él también asumió sus argumentos: no quiso volver a ser su amigo virtual. Además, asumió que le entristece no tener una relación en Facebook. Respecto a eso, muchas personas le preguntaban si estaba soltera o se sorprendían al verla con su pololo de la mano. Al parecer, si una relación no existe en la gran red social, tampoco en la vida real.
Otra cosa triste es que ya no tienen fotos juntos, ni estados, ni eventos en común, lo que puede facilitar el interés de terceras personas. Esto la ha llevado a revisar a escondidas la cuenta de su pololo (aunque me juró que ya no lo hace).
Si bien son extensos los puntos negativos, Nicole prefiere estar así por un tiempo más. Los celos estaban arruinando su relación, además de dañar su salud y equilibrio emocional.¿Qué piensas tú de esta solución?. ¿Borrarías a tu pololo de Facebook?.
Imagen CC Kvarki1