La mayoría de ustedes seguro tiembla al leer u oír la palabra “spoiler”. Porque, para el grueso de las personas no hay cosa más detestable que conocer el final de un libro, juego, película o serie antes de llegar a descubrirlo por sí mismas. Y bueno, es un pensamiento que comparto, pero ¡sólo a veces!.
Sí, también odio los spoilers que recibo, pero sólo en un corto porcentaje de los casos. Porque la mayor parte del tiempo ¡los busco!. Me ayudan a estar menos nerviosa durante la lectura o disfrutar mi serie favorita con tranquilidad. Así, he buscado en Internet información sobre “El Sultán”, hasta quedar informada de cómo va a terminar y qué episodios serán los más dramáticos. Lo mismo he hecho con mis películas y libros preferidos, varios de los cuales son trilogías.
Debo reconocer que esta cuestionable práctica sí me ayuda y en la mayor parte de los casos no le resta emoción al hecho; al contrario: suma expectativas respecto de cómo será presentado en pantalla o los detalles de la narración. Hay ocasiones en que la incertidumbre me trastorna al punto de no poder soportarla, por lo que conocer qué rumbo tomarán las cosas me permite disfrutar con mayor calma y atención de la historia.
Claro que en otras oportunidades, ¡uff!... Conocer los spoilers arruinó todo el encanto de la obra en cuestión. Me ocurrió con “Sexto sentido”, película para la cual jamás los pedí, sino que “me los soltaron” sin previo aviso. Comprenderán que en dicho film, manejar información respecto del final es un verdadero crimen. ¡Fue de pésimo gusto! Y, más recientemente, sin querer me spoileé el desenlace de una historia que pintaba bastante bien, la cual estaba disfrutando con el alma. Saber que tendrá un mal remate fue una verdadera estocada y verla ya jamás será lo mismo.
En fin, llegué a la conclusión de que me gustan los spoilers, pero sólo cuando no arruinan sorpresas o me garantizan que todo estará bien. Y ustedes, ¿los buscan o los evitan?
Imagen CC Pablo Ferrarini