Si retrocedemos 50 años atrás, quizás la única prioridad de una mujer era ser mamá. No estudiaba, no trabajaba, su vida estaba ligada 100% a las labores de la casa. Hoy en día podemos elegir. Si una quiere quedarse en la casa con los niños, se queda. Si una quiere trabajar y no tener hijos, también lo hace. Hoy podemos elegir y no estamos condicionadas a lo que la sociedad cree que es el rol de la mujer. La decisión que tenga cada mujer para ser o no ser mamá es algo personal e igualmente válido. Personalmente, yo sí quiero serlo y les contaré por qué:
1. Un legado
La vida puede ser relativamente larga y en el camino aprendes. Ves lo bueno y lo malo del mundo, los errores que cometiste y deseas no volver a incurrir en ellos. No quiero que pienses que mi anhelo de tener un hijo es para que le gente me recuerde, no. Es más bien para enseñarle las prioridades de la vida. Si queremos un mundo mejor, debemos partir por nosotros mismos y luego podemos compartirlo con nuestro entorno.
2. Fruto de amor
Independiente de cómo seas mamá (inseminación artificial, adopción, vía biológica, etc) es fruto de amor. Si estás en pareja, es hijo del amor de dos personas. Si eres soltera es una relación de amor directa con la vida. Un vida es amor.
3. Instinto maternal
Aquí creo que este instinto se tiene o no. Es totalmente respetable la que no los tienen o no es su prioridad. Eso no quiere decir que no tengan amor por dentro. Pero ese instinto te hace un llamado, te alerta de que algún día quieres tener un niño propio.
4. Relación madre-hijo
Tenemos este privilegio frente a los hombres. El lazo que te une a ellos es más fuerte y extenso que el mismo cordón umbilical.
Pero más allá de mis razones para eventualmente querer ser mamá, cada una lo sabe. Una mujer siente en su interior si quiere tener hijos o no. Sólo nosotras tenemos esa respuesta.
Imagen CC Raúl Hernández