Las mujeres tenemos un sexto sentido infalible. Es una especie de radar que una vez que se conecta, da una señal es inequívoca.
Llevaba pololeando un par de años: era una relación estable con cosas buenas y otras menos, como todos los romances suelen ser. Sin embargo, un día comencé a notar extraño a este sujeto: ya no era amoroso, estaba como enojado, prefería quedarse solo en casa y no salir. Pasaba horas en el teléfono con cara de idiota. En fin, todo me estaba haciendo sospechar seriamente de que había otra. Es difícil de explicar; no había ninguna prueba que lo acusara, ni forma de saber si efectivamente me engañaba, pero algo muy adentro me decía que sí.
Igual que una leona, sentía mi territorio invadido.
Un día decidí ir a verlo a su casa de sorpresa. Tal cual, sin avisar. Y, ¿cuál fue mi sorpresa? De partida, no me quería abrir la puerta. Después de mil excusas, accedió a dejarme entrar y en ese instante vi a una muchachita muy risueña (por decir lo menos). Tenía su pelo mojado - dejando un charco en sus pies - y usaba el pijama que a mí me prestaba para dormir. En ese instante me vino un shock que no me permitió decir ni pio. La chicoca era, por decir lo menos, del terror. Sentía pena, rabia, me quería morir, me armé de valor y le dije: "no me busques más".
Me dolió mucho. No sólo pensaba en que me cambió por una mina peor, sino en cómo había perdido mi tiempo con alguien que no lo valía. Pasaron los meses y de a poco fui olvidando; él me buscó hasta que se aburrió. Pero después de esa escenita que viví - y de manera gratuita - me pregunto sí es posible recuperar la confianza para perdonar e intentar algo otra vez.
¿Ustedes podrían?
Imagen CC Daily Sunny