Las mejores épocas de la vida se disfrutan más cuando estamos rodeados de nuestros partners: los de fiestas, de trabajo, de la vida, aquellos que pasan como un verano y los que son un poco de todo. Imposible dejar fuera a esa persona con la que experimentas una conexión especial, difícil de definir. No es amor, ni interés sexual; es tu mejor amigo...
Sé que para muchas confiar es un proceso lento y de cierta forma para mí también. Sin embargo, este vínculo es especial: un “click” entre dos sujetos, la carcajada espontánea que surge con sólo cinco minutos de conversación. La forma perfecta de derribar los escudos que cada uno acarrea por diversos motivos.
Hubo simpatía a primera sonrisa, donde la frase “me siento cómoda” describía perfecto nuestra relación. Todo, hasta que mi cerebro racionalizó “ese” detalle. Uno que hace un par de semanas no era más que un gesto de cariño entre un hombre y una mujer que llevan dos años de estrecha amistad.
Luego pasé a la fase de pensar dos veces mis movimientos; creía que en cada situación existía la posibilidad de que se diera cuenta que lo veía de otra forma. Una donde no me molestaría darle un beso, de hecho fue una duda constante ¿Cómo será? ¿Qué se sentirá?. Preguntas y más preguntas. Lo extraño era que a pesar de verlo con otros colores, los primarios seguían intactos. Siempre era él en quien pensaba cuando tenía un problema.
Un viernes como cualquier otro salimos a un bar, bebimos un par de cervezas negras y el diálogo fluyó como siempre lo hacía, mas el camino a casa cambió el rumbo de los acontecimientos. Una esquina, luz roja y la inexplicable situación de quedar viéndonos como idiotas mientras jugábamos con nuestras cejas. Despedirse y responder al fin la interrogante de "¿qué se sentirá?"... ¡Se sintió muy bien!.
No obstante, tratarnos de otra forma hizo aflorar un nuevo contratiempo : ¿qué pasará ahora?. No fue necesario encontrar una respuesta, al revés: ésta llegó sola y natural, de la misma manera en que comenzó nuestra historia.
Seguimos siendo los mejores amigos, sé que cuento con él y viceversa. La química y el conocernos bien hicieron su trabajo. Todo fue tomando un ritmo donde no necesitamos esfuerzo para acomodarnos a la nueva dinámica. Hay veces en que endulzamos un mal día, sin sentirnos presionados a mantener ese dulce los 365 días del año.
Quizás cruzar esa barrera sea un error; a lo mejor tenemos el mismo final que otras aventuras similares. Puede que llegue un momento en que nos convirtamos en completos desconocidos, por no querer perder ni pan ni pedazo. Tal vez deleitarse con lo bueno de los dos mundos no esté permitido para un feliz final... Pero hoy es lo que ambos deseamos, sentimos y buscamos...
Él es mi mejor amigo "con ventajas"... Mañana, nadie sabe.
Imagen CC Dragunsk Usf