Tengo un amigo, quien se quejaba siempre de su polola. Con justa razón lo hacía: lo celaba, lo ahogaba, ¡no lo dejaba siquiera hablar con mujeres!. Él decidió terminar con ella, por eso y otras razones y al fin se libró de su "cárcel amorosa".
Pasaron los días y comenzó a extrañar. La libertad le pareció infinita y, pese a que se "lanzó" a la vida y la noche, le faltaba esa insistente llamada telefónica a las dos de la madrugada, que le preguntaba dónde, cómo y con quién estaba.
Entonces, como perro arrepentido, fue a pedirle una nueva oportunidad a su ex polola. La "loca celópata" le dijo que no. No era la primera vez que él terminaba con ella, por lo que daba por seguro que caería rendida a sus brazos de inmediato, como siempre, pero no. Le dio cruz a su petición.
Mi amigo se quedó en una pieza. No podía creer que se le hubiera negado. Peor aún, no hubo caso, y mi partner comenzó a deprimirse cada vez más: ya no tenía ganas de comer y no salía a ningún lado: necesitaba que alguien lo "mandoneara".
Hace pocos días su ex polola lo llamó casi de milagro: decidió jugarse por una "segunda parte". Claro, era una trampa de ella "hacerse la difícil" para enloquecer a su amado. Al ver su estado en Facebook llamé de inmediato a mi amigo, para felicitarlo. Pero casi como una paradoja, cuando al fin la tuvo de vuelta, se arrepintió de volver a su lado. Quién lo entiende.
Y tú, ¿qué le aconsejarías?.
Imagen CC Bùi Linh Ngân