Conocí a esa persona en un bar y todo ocurrió por coincidencia. De hecho, en ese tiempo había estado dedicado al deporte durante más de dos años, entrenando artes marciales y tratando de sacar un nuevo cinturón. Tomé esa opción para alejarme de las fiestas y el alcohol, pero sólo bastó un día para que las cosas volviera a ser como antes.
Resulta que por entonces me alejé de mi grupo de amigos (todos carreteros), hasta que un día me invitaron por Facebook a una junta en un bar local. La verdad es que tenía confianza en que no bebería alcohol, así es que accedí a ir. Al llegar me compré una bebida, me reencontré con viejos amigos y conocí una chica nueva. Ahí comenzó el infierno.
La chica era guapa. Tenía ojos de tono gris, pelo teñido y cuerpo de ensueño. Conversamos un rato y enganchamos al instante. Lo malo es que bebía más que yo en mis peores tiempos. Una cosa llevó a la otra y todo se dio de tal forma que olvidé totalmente mi abstinencia. Ese día, el alcohol nos hizo terminar en la cama y fue bueno, o al menos durante un tiempo.
Tras unos días, sentí que necesitaba volver a verla. Ella tenía ese "qué se yo" que me había dejado loco. Incluso se lo comenté a un amigo, quien me recomendó olvidarla. Según él, había escuchado de otras personas que era loca y una zorra, la cual gustaba de aprovecharse de los hombres. Pero no escuché, estaba cegado y enamorado de la chica mala.
Luego de dos semanas, ella llamó. Decía haberse dado cuenta de que me necesitaba. El reencuentro fue bueno y durante un par de días lo pasamos bien, aunque luego todo cambió. Discutíamos por cualquier cosa. De tierna y cariñosa pasó a ser insoportable. Se convirtió en mi enemiga de un momento a otro.
Tenía la "tincada" de que algo raro ocurría, especialmente al recibir un mail de unos de sus ex, donde decía que en el día estaba conmigo, pero pasaba las noches con él. Ella sabía muy bien cómo ocultar cosas y al comentárselo, negó todo.
Con el tiempo se volvió más hermética aún y comenzó a manipularme diciendo que nunca podría darle lo que ella quería y que sus ex al menos eran buenos en la cama. También solía gritar si alguien se atrevía a mirar su Facebook, al cuál se conectaba desde mi casa. Su actitud me tenía cansado, así es que un día decidí meterme a su cuenta sin que supiera.
Utilizando un software pude averiguar su clave. Ahí descubrí la verdad, que cayó encima mío como un balde de agua fría. Era una interesada que le hacía lo mismo a 3 personas más. También fue doloroso leer que se refería a mi como "el tonto de la sucursal para pasar la caña". Cuando la encaré, negó todo, aunque al cabo de unos días reconoció su comportamiento. Igual me amenazó diciendo que si llegaba a revelar algo se encargaría de acabar con mi imagen ante todos. Finalmente desapareció. Con el paso de los meses procesé mejor las cosas, concluyendo que simplemente me enamoré de una mala persona. Como dicen, del amor al odio hay sólo un paso: hasta tu pareja puede terminar transformándose en tu peor enemigo.
Imagen CC: Madalena Pestana