En las relaciones, algo fundamental para que todo resulte y nos entendamos, es ceder. El problema ocurre cuando nos vamos al extremo y lo hacemos constantemente, aceptando cosas que no nos gustan sólo para no perder, contradecir o enojar a la otra persona. Y ojo, porque con las parejas esto pasa mucho.
Es usual que dejemos de salir con nuestras amigas, priorizando acompañar a nuestros pololos a algún matrimonio, a comer con sus familias o cuidarlos cuando están enfermos. Podemos posponer nuestras vacaciones, mudarnos a otra ciudad para acompañarlos e incluso renunciar a nuestra carrera o trabajo. No obstante, muchas veces nos preguntamos ¿cuál es el límite de aceptar cosas por otros?
Yo estoy dispuesta a transar en muchos aspectos: que mi pololo fume bastante, que siga a un equipo de fútbol que me desagrada, que haga planes con su club de Toby cada semana, pensar distinto y que conserve una polera horrible, además de varios detallitos. Él también tiene paciencia con mis miles de manías: con mi loca familia, el afán de dormir con mi gato, la excesiva dependencia a mi grupo de amigos y muchos otros rasgos insoportables. Si lo vemos de esa forma, ¡las relaciones son un sacrificio!. Pero si yo me quejara cada vez que llega pasado a cigarro, claramente viviríamos en conflicto.
Creo que sí, debemos aguantar cosas por el resto, pero el límite lo pone una. Si consientes reiteradamente en lo que no deseas sólo para evitar conflictos, es hora de plantearte qué está pasando en tu pareja. Hay que tener en cuenta que por mucho que amemos a alguien, si no nos sentimos cómodas no vamos a ser felices y la relación no será sincera. En esos casos, es mejor pensar sí vale la continuar o es mejor terminar, para ser realmente honesta con la vida que quieres.
Y bien, ¿cuál es tu límite? ¿Hasta dónde estás dispuesta a transar?
Imagen CC Molly Lichten