La veía feliz: el amor la encontró. Pronto lo conocería en persona y eso cambiaría su vida. Pero las cosas no son siempre como esperas. Y ésta es la segunda parte de una historia que a ti puede ocurrirte.
La relación se creó gracias a Whatsapp. Él vivía a regiones de distancia y la había enamorado de esa forma: desde lejos. Sólo con su voz, imagen y hermosos regalos. De eso ya habían pasado meses. Confiaban el uno en el otro, hasta que llegó el momento de encontrarse.
Como ninguna de nosotras lo conocía, la expectación nos invadió. Personalmente, fui testigo del nacimiento de su amor y no podía perderme el momento crucial. Juntas lo esperamos, pero ese primer día él no llegó. Sus excusas fueron buenas y las creímos, pero la segunda vez pasó igual, por lo que mi amiga —triste, confusa y algo decepcionada —, decidió darle un ultimátum: si no aparecía, todo acabaría y no habría vuelta atrás.
La recuerdo aferrada al collar que él le envió: la mitad de un corazón que bien pudo ser la premonición de un corazón roto. Las disculpas que él nos dio, su "modus operandi" y otros detalles, despertaron en nosotras una sagacidad que sólo contuvo nuestra fe ciega en el amor. Pero estaba claro que algo iba mal; las cosas no calzaban. Por eso investigamos, buscamos amigos, conocidos, etc. Así, dimos con una amiga suya - que al parecer era intima, pues vivían juntos - y ella nos confirmó sus dichos. Aún así, algo muy extraño había en este caso.
Al responder el último llamado, él dijo haber llegado a la capital y pronto pronto emprender rumbo a Viña del Mar. Nuestro grupo BFF en pleno recomendó a esta chica tener cuidado, llamarnos en caso de requerir ayuda y un sinfín de etcéteras. Pero él nuevamente nos dejó desconcertadas: había sufrido un asalto, se encontraba desprovisto de todo bien, golpeado y refugiado en casa de familiares. Sin miramientos, con el dolor de su alma —y la de todas—, mi partner cortó con él.
Lo vivido por ellos fue tan intenso, que con los días decidieron darse una nueva oportunidad. Pero esta vez, las cosas no serían bajo sus reglas. Ella tomó un bus y se encontró en el sur con su “amiga íntima”, quien la recibió con mucho afecto; demasiado quizás. Tanto así que las cosas se aclararon solas. Una tarde, en medio de una conversación, esta “amiga" confesó que ella estaba tras los regalos y detalles. Ojo; no se trataba de un favor, sino que ¡ella era él!, cambiando la voz. La imagen que usó era de otro hombre y lo hizo porque - según ella - se enamoró. Y, siendo ambas mujeres, le hubiese sido muy difícil acercarse de otra forma.
Mi amiga quedó con el corazón destruido; su confianza en el amor sufrió un duro golpe y sus esperanzas de una conquista real siempre serán puestas en duda. Sin duda, fue un daño que sólo alguien honesto podría curar. Ella me autorizó a contar parte de esto, porque sabe bien lo que es sufrir un engaño sólo por querer amar. Es una mujer adulta (30+), inteligente, con amigos y familiares que se preocupan por ella, por lo que vivir algo así no pasa por tontera o soledad. A todas puede ocurrirnos, así es que tengamos cuidado. Siempre he dicho que el amor llega de un momento a otro, pero también debes cuidar tu corazón, sentimientos e intimidad. Si tienes un amigo virtual, no dejes que entre en tu casa real ni le entregues información relevante. Al menos no hasta tener la confianza suficiente.
El amor es ciego, pero no siempre es tonto. Si ves cosas raras, coméntalas con un cercano. Aquí tienes quien te escuche.
Imagen CC Jill G