Cuando recién comenzamos una relación sentimental, la magia indudablemente hace de las suyas. Cada actividad que practiquemos junto al ser amado - desde pasear al perro hasta saltar en bungee - nos causa risa y diversión. No trepidamos en hacer locuras e incluso nos sentimos más valientes y motivadas. Somos ilimitadas y ellos, por supuesto, acompañan nuestras andanzas.
El problema surge cuando llevamos ya un tiempo emparejadas y comenzamos a dejarnos llevar por “la vida adulta”. Los años van sumando números poco amigables en nuestro calendario y sentimos que ya no es momento de bailar en la calle o hacer tonterías. Ni hablar de brindar histriónicas sorpresas, columpiarnos o dedicar canciones en un karaoke. “¡Ay no, qué dirá la gente”, nos decimos y recalcamos a nuestros hombres que “No estamos en edad para esas cosas”. Esto, aunque con las amigas dejamos fluir nuestro “lado infantil”, sea a través de Facebook o en las juntas “en vivo”. ¿Por qué con ellas sí y con nuestras parejas no? Pues porque queremos que él nos vea adultas, compañeras y dispuestas a avanzar hacia el paso siguiente. No “pendejas”.
Amiga, si esta situación te es familiar, pues abre bien tus ojos y lee con atención la siguiente frase: ¡craso error! Mostrarte como una mujer adulta, seria y que “ya no está para esos trotes”, lejos de lo que buscas, no te hará más deseable ni resuelta ante sus ojos. No, al contrario: te convertirá en una versión rejuvenecida del personaje que menos hormonas le mueve; es decir, su mamá. Y no es eso lo que tu quieres, ¿no es verdad?. Además, velo desde su perspectiva: no te enamoraste de él porque te dijera lo que debías / no debías hacer, te contara su infinidad de quehaceres en la oficina o se mostrara como un hombre grande y perfecto todo el tiempo. Lo que te fascinó fue su personalidad lúdica, divertida, bromista, risueña y a la vez, acogedora. Ese hombre con quien podías pasar momentos increíbles. Pues bien, a él le ocurrió lo mismo contigo. ¿Por qué ese afán de echarte años encima?
Si hay algo en la vida para lo cual no debes “crecer” esto es la capacidad de reír y jugar con tu pareja, de hacer locuras, de dejarte llevar, de soñar y no hacerlo todo tan “grave”. No pierdas la esencia de lo que eres, ni reserves sólo para tus amigas los aspectos que te hacen encantadora. Anímate a mostrarlos también a tu hombre; deja de poner “candados” a tus comentarios en Face y permite que vea en ti a la mujer divertida, alegre y jovial de la cual se enamoró. No hacerlo es el camino más rápido a la rutina: una vida en la cual la posición del misionero sea lo más innovador en artes amatorias, medites cada palabra antes de decirla y la sobremesa gire en torno al trabajo o los problemas domésticos. Ya no te reprimas: ¡saca tu modo “niña” para disfrutarlo con quien amas! Construirás una confianza exquisita y ¡te encantarán los resultados!.
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