Luego de terminar mi última relación - la cual no volvería a repetir ni en sueños -, sucedió algo en mí: un cambio que me hizo reflexionar sobre las cosas que quiero o me interesan, aquellas que en realidad no importan tanto y las que jamás volveré a tolerar. Partiendo por una crítica a la mentalidad masculina, puedo decir que ellos siempre intentan justificar en el carácter femenino esos “celos” que surgen producto de actos de otras personas. Entonces, cuando los tienes hacia alguien, ellos contestan: “si te pones celosa con una, cómo sé que no lo serás con el resto de mujeres que hay en mi vida” (¿?). ¡Y... empiezan los dramas!
Convengamos en que sí, existen muchas mujeres que son posesivas y que no toleran que sus parejas tengan una “partner”. Al respecto, declaro que tengo más amigos que amigas, por lo que odiaría que me celaran por ellos. El problema que originó todo es que hubo una chica en la vida de mi ex, que desde el momento en que la vi supe que quería algo con él (llámenlo sexto sentido o lo que sea). El tema es que me molestó que esto pasara de ser algo “sutil”, por lo que me vi en la obligación de manifestar mi inquietud al hombrecito en cuestión, a lo que él respondió que no me pasara rollos. Para él, se trataba de una amiga y nada más. “Yo te quiero a ti, no quiero estar con nadie más”, enfatizó.
Ok. Pensé: "celos injustificados". Realmente podía ser sólo su yunta, por lo que intenté mantener esa relación buena onda que había entre nosotros. Pero como las cosas siempre se saben, el entrometido número 1 (un ex amigo común) abrió la boca, derramó la palta y se destapó la olla. Efectivamente, esta niña estaba enamorada de él y no quería que nuestra relación siguiera, por lo que hizo de todo para meterle cosas sobre mí en la cabeza. ¿Consecuencia?: las cosas se descuidaron y terminamos. Supe por ahí que pololearon (o siguen, no sé) pero un día antes de mi cumpleaños recibí una solicitud de amistad de su parte… En fin.
Al menos de esta historia yo saqué una lección importante. Después de todo, convengamos que mientras más relaciones tengas en tu cuerpo, más aprendes y te valoras (o así es como debería ser). No hay manera de detectar cuándo te encuentras al indicado, pero definitivamente si la hay para saber quién no lo es.
Y adivina qué: no depende de nadie más que de ti misma.
Imagen CC pedrosimoes