Tengo la suerte de trabajar y vivir con mi pololo. Digo "suerte" porque pocas cuentan con ese privilegio, aunque si no se sabe llevar puede ser un verdadero desastre. Y es precisamente en estos casos, cuando la bruja que llevo dentro sale a la luz.
A mí me gusta mucho el orden, pero la verdad es que me carga ordenar. Entonces cuando me viene la inspiración y lo hago, me carga que alteren la disposición que di a los objetos, aunque sea para sacar un vaso y tomar agua.
A veces hago la cama yo sola, otras la hacemos juntos o bien, él solo. Todo queda listo, cosa de que al llegar en la noche - con el cansancio que conlleva el trabajo -, reposemos en un lugar acogedor.
Bueno, es ahí cuando mi bruja interior sale: cuando llego y la cama está toda desarmada, porque "alguien" se tomó una pequeña siesta o decidió dejar en ella toda su ropa. Ahí nace de mí una fuerza sobrenatural, que casi no logro controlar. Me desespero y comienza mi mal genio, que no se quita ni siquiera cuando regresa el orden.
En un punto anexo, hay otra cosa que me convierte en una bruja y de las peores: que me contradigan. Esto si que suena "brujildo" y sé que tengo cero tolerancia a la crítica, pero debo reconocer que me carga cuando no hay fundamento que lo respalde. Por ejemplo: "Ese corte de pelo te queda mal"¿Por qué? -digo yo- "No sé, no me gusta" ¡¿Qué es eso?! O sea que ¿porque no le gusta está mal?, eso me enfurece y al igual que el orden, saca mi lado más oscuro.
Otra cosa que hace que me convierta en la peor villana de cuentos de terror, es que me hablen o interrumpan mientras veo mi teleserie favorita, El Sultán. Me dicen cualquier cosa y ¡arde Troya!
En fin, ¡soy una bruja!. Tengo muy mal genio y si me provocan, es peor. A veces intento comprimir ese sentimiento, pero parece que aguantarme agrava la situación. Sólo debo agradecer a mi entorno por soportarme, aunque a veces son ellos quienes -sabiendo que ciertas cosas me molestan- desatan mi ira.
Y tú, ¿en qué circunstancias te conviertes en bruja?
Imagen CC Garlandcannon