Durante mi carrera profesional, he establecido metas claras para saber dónde quiero llegar y cómo lo conseguiré. Como todo en la vida, ha sido difícil y me he enfrentado a distintos obstáculos, pasé por momentos buenos y malos, abandoné proyectos, tuve éxito en algunos y otros fueron un fracaso. Sin embargo, sigo pensando en crear ideas innovadoras, atractivas y originales.
Pero ¿qué ocurre cuando el amor se interpone en tus aspiraciones profesionales?, ¿cómo separas las aguas?, ¿qué camino debes elegir para no perjudicar tu trabajo ni tu relación? Si aún no te lo has preguntado, es un gran alivio. Personalmente, viví un período en que mi pololeo se fusionó con el trabajo. Cumplí seis años ininterrumpidos junto a mi actual pareja: nos llevamos muy bien, tenemos planes juntos y deseamos compartir bajo el mismo techo por el resto de nuestras vidas.
Hace un par de años nos embarcarnos en un proyecto laboral junto a un equipo de personas. Se trataba de un start up orientado a un negocio tecnológico. Era fabuloso, ambicioso, visionario y de un gran crecimiento. Realmente era muy atractivo trabajar ahí; sin embargo, no dimensionamos las consecuencias que esto tendría.
Trabajar con tu pareja, novio, esposo, amante o como quieras llamarlo es muy diferente a lo que te podrías imaginar. En nuestro caso fue negativo, porque no hay tiempos establecidos para diferenciar lo que es trabajo de lo que es el distracción, entretenimiento, relajo, tiempo libre, etcétera. Lamentablemente, todo eso se mezcla. Si hay alguien leyendo este artículo que esté trabajando con su amado y considera que todo marcha bien… ¡qué comente y comparta la fórmula!
Estuvimos en el proyecto alrededor de cinco meses, en los cuales se marcó una curva de crecimiento; aunque no relacionado a las ganancias de la empresa, sino a diferencias, discusiones y enfrentamientos en nuestra relación. Afortunadamente, no fue tan grave como para tomar distancia o dar término, pero ¡era una lata llegar a casa y seguir hablando de pega!
Las relaciones se consolidan cuando al final de la jornada cada uno le cuenta al otro cómo estuvo su día, ya sea en el trabajo, en los estudios, con los amigos o la familia. Extrañaba estar a solas un rato sin que mi pareja estuviera cerca (y no es que no lo quisiera; se trataba de no sentirme en la obligación de pasar tiempo junto a él). Es que ¡imagínate!: levantarse, ir al trabajo, pasar la jornada laboral, asistir a reuniones y volver a casa ¡todo juntos!.
Mis aspiraciones profesionales se vieron afectadas porque se mezcló todo, a lo que se sumó un lento avance en las ventas en la empresa. Anhelas tener más libertad, autonomía y metas personales que cumplir. Finalmente, con mi pololo decidimos retirarnos del emprendimiento, debido a las malas proyecciones del negocio. Fue una decisión unánime, que nos benefició muchísimo. En la parte laboral, ambos tomamos rumbos diferentes, los que nos mantienen felices y conformes.
Por ahora, no tenemos planes de hacer otro proyecto juntos. En cuanto a nuestra relación, está llena de metas y objetivos por cumplir: nos hemos apoyado y fortalecido cada vez más.
Y tú, ¿has trabajado con tu pareja? ¡Cuéntanos la experiencia!
Imagen CC Rodrigo Tejeda