Cuando Cupido decide flecharte con un compañero de curso, no sólo te arriesgas por el enamoramiento, sino porque también te parece perfecto que tu pareja comparta contigo una misma pasión: ¡la carrera!
Hasta allí todo es idílico, porque sabes que comprenderá perfectamente si algunos días te encuentras estresada y la falta de tiempo después de clases no será un problema, ya que pasan juntos de lunes a viernes, entre las 08:00 y las 19:00 hrs. Pero, ¿qué pasa cuando se va el amor y el romance termina? ¿cómo se reparten los amigos y se dividen los nuevos grupos de trabajo?
Ahora les contaré lo que me pasó a mí: resulta que con Diego entramos juntos a estudiar Ingeniería en Sonido, una carrera más bien masculina y donde las mujeres éramos contadas. Nos conocimos durante meses y, tras compartir largas horas de estudio y dosis extras de café todos los días, los sentimientos empezaron a invadirnos. Fue así que un día, una semana después de mi cumpleaños, él se decidió a pedirme pololeo.
¡Nuestra relación funcionaba perfectamente! Estudiábamos juntos, teníamos un excelente grupo de amigos y todo era maravilloso dentro y fuera del aula. Así, estuvimos juntos por 2 años, hasta que un día la relación finalizó. Él ya no sentía lo mismo y yo, con dolor, lo supe entender y aceptar. El amor no siempre dura forever y bueno, mi principal interés era que mantuviéramos la fiesta en paz y un trato cordial, considerando que compartiríamos la misma sala por 4 años más.
En un comienzo él estaba de acuerdo, pero después todo comenzó a empeorar. Si me lo encontraba en la calle o en algún lugar de la U, él sólo saludaba a la amiga que iba a mi lado y a mí ni siquiera me miraba. Cuando teníamos que hacer grupos de trabajo, se acercaba antes que yo a mis amigos y formaba grupo con ellos. Cada vez, que había un carrete después de clases y lo invitaban, él me miraba con cara de rencor, diciendo en voz alta: "sí, depende de quién va". Lógicamente, lo hacía para persuadirme y que yo ni pensara en asistir.
Una vez, cansada de tener que adaptar mis grupos de trabajo a él, le pregunté: "¿Hasta cuándo con la mala onda? Nosotros tuvimos una relación, pero eso no significa que no podamos ser compañeros normales". Él me miro y sólo dijo: "Para mí es incómodo tenerte de compañera. Por lo mismo, ya opté por pedir traslado de sede". Yo sólo atiné a decirle que si era lo mejor para él, me parecía bien, pero por mi parte no había incomodidad ni problema alguno.
Recuerdo que la última vez que supe de Diego, fue cuando sin querer me lo topé en el centro. Desde que se cambió de universidad nunca más supe de su vida. Creo que el destino es sabio y por algo fue así.
¿Un consejo? Traten de no enamorarse nunca de un compañero, porque es un sueño al comienzo, pero una pesadilla por el resto de los años. Por último, que su amor sea de la misma universidad, pero siempre de una carrera distinta...
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