Por estos días, gracias a la monumental teleserie “El Sultán” - que transmite Canal 13 en su horario prime - nos invadió un súbito interés por la historia otomana. Y cómo no, si esta fantástica producción narra de manera magistral la vida de uno de los más poderosos monarcas del Gran Imperio, de una forma mucho más entretenida que cuando la estudiamos en el colegio.
Pues bien, a todas las amantes de la historia - ya sea por esencia o porque lo descubrieron gracias a la magia de la novela - hoy les traigo un relato que las hará delirar. Se trata del Hamam Suleymaniye, impresionante baño dedicado a la sultana Hürrem y que hoy está abierto al público. Las más suertudas podrán conocerlo si un día visitan Estambul; pero si no, en Fucsia les contamos más o menos cómo es:
El Sultán mandó a construir este grandioso complejo - que no era un “toilette” tradicional, con WC, ducha y lavamanos, sino lo que hoy llamamos “baño turco” o sauna - frente a la Mezquita de Santa Sofía. Según el Corán, los fieles deben estar perfectamente limpios antes del rezo, por lo que esta obra pública - diseñada por el arquitecto Mimar Sinam - se vislumbró como la antesala del lugar de oración. Para Suleimán era importante que el edificio tuviera detalles magníficos y de gran delicadeza, a la altura de los encantos de su adorada sultana. La tarea fue asumida con gran dedicación por el experto, quien estaba motivado por sus propios sentimientos hacia la princesa Mihrimah (Mariam en la novela), de quien se rumora estuvo siempre enamorado.
Así, este Hamam fue levantado con paredes de mármol blanco y cuatro cúpulas suspendidas a una altura inédita - al menos en la época - para un recinto de sus características. Además, se ideó un novedoso sistema de calefacción, capaz de mantener sus 3 mil metros templados. Como las costumbres musulmanas son bastante estrictas, estos baños tenían un apartado para hombres y otro, más discreto, para las damas. Era obvio que ambos sexos no podían mezclarse al interior de la construcción, regla que se mantiene aún en nuestros días.
Los vestíbulos del hamam disponen de tres niveles construidos en madera, que ascienden hasta la bóveda lateral del edificio. Este apartado causa verdadera fascinación en los turistas que lo visitan, que se muestran extasiados por tal maravilla arquitectónica. Aquí es donde se ubica la sala de belleza, en la cual las mujeres conversan, se relajan, solicitan masajes o se hacen manicure. Es la antesala del sauna, donde los vapores completan una jornada de mimos y lujo. Allí, las fuentes están hechas de oro y mármol, como para sentirse ¡verdaderas princesas!. Para incrementar esa sensación, las encargadas restriegan los cuerpos de sus clientas, como si se tratara de consentir a las más exigentes sultanas. El sol se filtra desde las cúpulas y tiñe con sus rayos las blancas paredes, creando una atmósfera de ensueño.
Imágenes Facebook Suleymaniye Hamami
Este hamam se considera el más bello obsequio que un Sultán le haya dado a una esposa. En la entrada, se puede apreciar el retrato de la bella Hürrem, conocida en Europa como Roxelana. También venden como souvenirs camisetas con su rostro estampado. Luce una expresión de tal fragilidad, que cuesta imaginarla como la estratega que fue, tal y como nos muestra la producción turca que hoy ¡la rompe! en nuestras pantallas. Al interior de Hamam están los tronos gemelos que ocuparían ella y Suleimán, aunque no se sabe si llegaron efectivamente a usarlos, pues la sultana falleció dos años después de inaugurada la hermosa obra en su homenaje.
Y a ti, ¿te gustaría conocer este magnífico edificio construido por amor?
Imagen Facebook Muhteşem Yüzyıl