Secretos, secretos, secretos: arruinan las mejores relaciones y reparan parcialmente las peores. Si bien todo el mundo tiene algo que ocultar, es preferible que ese "algo" no sea dañino para los demás o, al menos, no tenga una intención negativa detrás.
Puedo apostar a que Facebook es la plataforma que más hace pelear a las parejas. Pese a los grandes avances de la comunicación escrita, ésta no logra demostrar lo que realmente sentimos cuando escribimos algo. Es por eso que muchos deciden alejar su vida amorosa de ella y otros... se crean perfiles falsos. Así mismo: cuentas que distan de la realidad y revelan un lado oculto de la persona que pocas veces quiere ver la luz.
Gina era una buena polola, o de eso se "jactaba" humildemente ella. Una chica considerada, agradable y muy orgullosa de su pololeo: tenía fotos junto a su pareja en todos lados y él se limitaba a darle "like".
Por esas cosas de la vida, desde el otro lado de la historia, conocí a Mariela en la universidad. Estaba el casino copado al máximo y me preguntó si podía sentarse en mi mesa. Accedí y comenzamos a parlotear como si fuésemos las mejores amigas de toda la vida. Me habló de un tal Max, que era su amor virtual, y se juntarían en la próxima semana. Luego del día de la reunión, la llamé y me contó que el desconocido detrás de la pantalla nunca llegó. Algo parecía extraño.
Comencé a indagar en el perfil del tal "Max" y, sinceramente, no parecía real: no tenía etiquetas con amigos, sus contactos parecían extraídos de todo el mundo -menos de Chile- y sólo compartía un par de videos de Youtube con tres "me gusta" cada uno. Le admití a Mari que su página era rara, luego le pregunté si habían hablando por teléfono y me dijo que sí. Esa era la clave, su número celular.
Cuando insertamos su número móvil en el buscador apareció, nada más ni nada menos, que el pololo de Gina (la cual nombré al principio). ¿Qué hacer?, era una situación complicada y pasé toda la noche pensando en ello. Cuando creí que lo mejor era conversar con la engañada polola, Mariela ya había desenmascarado al impostor: publicó sus perfiles en el muro y lo acusó de mentiroso.
No sé que habrá ocurrido con esa relación. Sólo sé que Mariela lo "ubicaba" de vista y el tipo se creó el facebook para jotearla -tenía polola y no se atrevía a engañarla con su nombre real-, quizás sólo quería un aventura, quizás era un desgraciado. Eso sólo él lo sabe. ¿Qué harías tú si descubrieras que tu pareja tiene una cuenta falsa?
Imagen CC mkhmarketing