La José era la única del grupo que pololeaba desde el colegio con el mismo sujeto. Siguieron juntos toda la universidad y lo que venía era obvio: ¡casarse!. Pero no...
Repentinamente, él decidió poner fin a un romance que llevaba mil años y pintaba para feliz. La verdad es que después de una ruptura así, las amigas jugamos un rol fundamental. Entre coaching emocionales, juntas terapéuticas de llantos y gritos, salidas y alcohol, llegamos a la conclusión de que lo que ella necesitaba era una nueva relación. Su ex la comenzó a buscar, pero ella ya había tomado la decisión de no volver atrás. Es verdad que estaba súper enamorada, pero una mujer dolida, es lejos lo peor.
Le sugerimos descargar Tinder, para que pudiera "distraerse" y conocer a otras personas. No pasó ni una semana cuando conoció a un tipo de lo más guapo y se pasaban todo el día chateando de lo más enamorados. Ella recordaba a su ex y pensaba en lo parecido que era a éste nuevo prospecto, por lo que estaba segura de que también podría enamorarse de él. Después de un par de semanas de chat, él la invitó a una cita. La José se complicó entera, porque según ella llevaba ¡nada! desde que su relación terminó. Sin embargo, se armó de valor y fue; total, no perdía nada.
Se juntaron en el café favorito de ella, porque también lo era de él. Al llegar la José se encontró con un oso de peluche gigante, flores, una cajita azul y su novio pidiéndole perdón y matrimonio. What? Su ex se creó unos perfiles falsos para conquistarla por Tinder y así fue: ella lo perdonó, por lo jugado y original. Hoy llevan un año casados y aún hablan por Tinder, cuando la José con él.
Y tú, ¿perdonarías a tu pololo después de una idea así de romántica?
Imagen CC Courtney Carmody