Internet, así como las nuevas plataformas de interacción social, trajeron innumerables beneficios para las personas: las acercaron, dándoles herramientas para comunicarse y divertirse entregando nuevas formas de divertirse. Pero, contrario a lo que podría pensarse, lo anterior también ha tenido consecuencias negativas, siendo fuente de conductas con tintes patológicos: comportamientos compulsivos y perjudiciales, que incluso pueden destruir relaciones de pareja. Hablamos de la adicción a la pornografía.
No se trata de exagerar, ya que ¿puede algo simple arruinar una sólida historia amor? Al parecer sí, tal como señala el siguiente relato:
Los protagonistas de este testimonio son una pareja que, tras 2 años de una relación en donde todo era "color de rosas", decidió irse a vivir junta. Hasta que un día todo cambió. Contratar Internet fue decisión de ambos, ya que como bien saben, es un servicio full necesario. Les ayudaba a pagar cuentas de manera diligente, revisar correos, divertirse en YouTube o simplemente jugando videojuegos online, además de revisar Facebook. Las cosas marchaban, pero ella tuvo la mala fortuna de cruzarse con una carpeta bastante escondida, que decía "cosillas privadas". Fue el comienzo de una profunda crisis entre los dos.
A pesar de que ella tenía sospechas, el descubrimiento fue igual de chocante. Él había manifestado un extraño comportamiento desde hacía meses, como poner videos eróticos cada vez que intimaban. Lo que en un comienzo parecía un simple juego, se transformó de a poco en un infierno para ambos. Él se puso irascible y malhumorado. Con tan sólo 30 años perdió interés en su pareja,sufrió de eyaculación precoz y se vio impedido de tener erecciones sin ayuda de material pornográfico. De más está decir que este último era cada vez más fuerte y desviado. Para él, la culpa era de su polola, pues ya no le parecía tan sexy como las chicas de sus videos.
Aunque ella lo amaba e intentaron superar la situación, fue imposible, debido a la grave adicción del muchacho. Se dio cuenta de que no era el indicado y lo dejó. Por recomendación de unos amigos, él decidió ir a terapia. Ahí confesó que extrañaba a su mujer, pero que los impulsos eran tan fuertes que no podía evitarlos. Le era imposible además no masturbarse al menos unas 10 veces al día. Después de un largo trabajo - que tomó 6 meses de terapia - comenzó a mejorar, pero lamentablemente nunca pudo recuperar a su pareja.
El problema de adicción a la pornografía es más grave de lo que parece. Según un articulo de ACI PRENSA, el Presidente de Morality in Media (MIM – Moralidad en los Medios), Robert Peters señaló que puede afectar negativamente la relación de muchas maneras: el hombre puede perder el interés sexual en su mujer y buscar de manera enfermiza emular las performances de la cinta. Los adictos llegan a gastar decenas de miles de dólares en conseguir nuevo material.
El uso de pornografía como aderezo a las relaciones puede ser un ingrediente excitante, que fortalezca el placer, pero siempre y cuando se mantenga a raya. Todos los excesos son malos y desarrollar una dependencia patológica a ciertos productos no lleva a nada bueno. Más aún, tratándose de un tema tan sensible como el sexo, en que la salud de un vínculo amoroso está en juego.
Y tú, ¿has experimentado algo similar?