Valoro mucho cuando dar mi opinión sobre cosas que creo vale la pena debatir. Me gusta hacerlo, porque así también escucho lo que otros tienen que decir, comprendiendo otras formas de pensamiento y aprendiendo lo que éstas me puedan enseñar. Por eso cuando hablo, lo hago escuchando a mi contraparte con la mente abierta. Detesto cuando alguien viene con su argumento y lo presenta de manera brusca, sin tranzar y mucho menos escuchar. Pienso que la agresividad está de más en las conversaciones; las diferencias de opinión existen desde el año 1, pero el respeto nos hace mejores personas y es lo que corresponde.
Esto no lo digo porque sea una persona que se deja pasar a llevar, al contrario: cuando me tengo que poner “chora”, lo hago. Pero prefiero debatir siempre con respeto y firmeza. Además, ¿han probado la táctica de la amabilidad? De verdad funciona, porque te despeja la mente y tranquiliza. En lo personal, cuando se me cruza alguien que anda “atravesado”, aplico la actitud “Zen”, con la cual logro que no me ladren y cambien el chip. Ser socialmente elegante marca la diferencia.
Tan sencillo como saludar, dar las gracias, pedir permiso y sonreír, es llevar una vida pacífica y armoniosa. Incluye las mañanas en las que el metro y el “atochamiento” de gente te estresan: míralo como algo normal e intenta hacer lo posible para ser amable con el del lado. ¡Ahí también funciona la táctica!, porque en vez de un empujón recibes amabilidad. ¡Y eso es lo más!
¿Te atreves a intentarlo?