Ayer, mientras almorzaba en el mall y oía sin querer la trivial conversación que sostenía la pareja a mi lado, me puse a pensar en este acto por medio del cual compartimos información con quienes nos rodean. En lo personal, valoro estas instancias, especialmente si me aportan o me permiten un rato agradable. Porque también hay algunas que son ¡una auténtica lata!, como aquellas en que el interlocutor da un monólogo de quejas o se tratan aspectos técnicos de los cuales tienes pito idea.
Por eso, se me ocurrió que sería entrete clasificar la conversaciones que mantengo o escucho a diario. ¡Seguro identificarás más de una!
1. El monólogo egocéntrico: Es la que se sostiene - o más bien, en la que escuchas pacientemente - a una persona con el ego muy alto, que juzga que para ti será entretenido oír el detalle de su historia familiar, los estudios que ha cursado o los amores que ha tenido. El punto relevante para identificar si estás ante este tipo de comunicación es que tú no hablas, no porque no quieras, sino porque no te dejan.
2. La conversación “para conocerse”: Es similar a la anterior, sólo que acá ambos comparten sus experiencias, formulando preguntas para así indagar más en los hechos. Usualmente, este tipo de diálogo se tiene al iniciar una amistad o relación sentimental, ya que conlleva a un conocimiento más acabado de la otra persona, a las vivencias más relevantes, dentro de las cuales están los sentimientos que la definen. Son sumamente enriquecedoras y no aburren; al contrario. Crean una conexión especial con el interlocutor.
3. El monólogo quejumbroso: También se relaciona con el punto 1, con la diferencia que acá en vez del egocentrismo, predomina la auto-compasión. Escuchar a nuestras amigas cuando tienen problemas está perfecto, siempre y cuando la conversación sea constructiva. Es decir, en tanto exista la voluntad de corregir lo malo, compartir sentimientos y sacar fuerzas para salir adelante. Pero aquellas chácharas de queja y llanto son monólogos chupa-energía de los cuales no saldrá nada bueno. Los reconocerás porque en ellos no hay luz, ni esperanza; sólo infierno (¡y pobre de ti si dices algo, porque caerás a las brasas!).
4. La cátedra técnica: Todos caemos en esto cuando nos apasiona lo que hacemos. Sin querer, terminamos hablando a nuestro interlocutor sobre los pormenores de la disciplina a que nos dedicamos, sean letras, ciencias o matemáticas. Analizamos todo desde el prisma de conocer la materia y caemos en tecnicismos, pretendiendo que nuestros amigos o pareja comprendan lo que hablamos. Así, sin querer, terminamos “dando la lata” sobre algo que para ellos es chino y además, está lejos de su esfera de interés.
5. El diálogo constructivo: Es aquel que sostenemos con una persona querida y de nuestra entera confianza, en el cual planteamos problemas o ambiciones, resolvemos conflictos, planteamos soluciones o diseñamos estrategias para alcanzar nuestros sueños. El ingrediente esencial de este tipo de conversación es la voluntad de resolver problemas en conjunto o bien, desahogarse, pedir opiniones y “cambiar de switch”, compartiendo un agradable momento.
6. La conversación trivial: Es aquella que mantenemos cuando no queremos hablar ni pensar y la iniciamos sólo por cortesía. También recurrimos a ella al estar con personas con las que aún no tenemos suficiente confianza o a quienes venimos recién conociendo. Los temas a tratar son la contingencia nacional e internacional, el clima o la teleserie del momento.
Y bien, ¿cuántos tipos de conversación lograste identificar?