Yo también fui una de esas chicas con ilusiones en cuentos de hadas. Sí, pensaba que había llegado mi príncipe azul o, al menos, eso quería. La verdad, no tenía especial interés en conocer a otros tipos. Ya tenía a mi caballero y me sentía la princesa de la historia. ¡Quería acompañarlo hasta el fin de los tiempos!
Pero la realidad no siempre es tan dulce como pensamos y no todos los cuentos tienen un feliz final. El mío no fue la excepción ¿Por qué? Simple: las cosas no resultaron como yo quería. La relación no funcionó y mi príncipe no quiso seguir luchando por algo que –según me dijo– no tenía futuro. ¿Triste? Sí, bastante. Me olvidó muy rápido al parecer, pero la vida continúa y debí salir adelante. Pero eso no sólo implica un cambio de página y ya… es bastante más.
Claramente, hay una serie de aspectos que se deben considerar cuando tu proyecto se cae a pedazos. La primera reacción no siempre es buena. En mi caso, mis sentimientos pasaron de amor a pena, después a rabia y a amor nuevamente. Y luego, a ira de nuevo. Me volví más irritable, demasiado sensible y todo me afectaba. Esto, fundamentalmente, porque generé muchas expectativas sobre situaciones y personas. ¡Error! Con esos pensamientos sólo conseguí dañar mis deseos, que se vieron afectados al no resultar todo como yo esperaba. Sí, me decepcioné.
Lo sé, quizá suena más a uno de tantos caprichos, pero no. La verdad es que a mucha gente también le ocurre. Es difícil renunciar a algo o a alguien cuando apuestas todo por esa persona. De ahí la frustración y las típicas preguntas "¿qué hice mal?", "¿en qué fallé?", "¿por qué me equivoqué?".
Cuando las cosas no son como quieres, nada es agradable. Nos volvemos susceptibles y necesitamos más de alguna compañía hasta que pase… Pero pasa, ¡tranquila!. Las chicas podemos superar esto y más, nadie se muere de amor. No te autoengañes y entiende que debes seguir sin él. Esa fuerza o resiliencia hace que después nos adaptemos positivamente, crezcamos y avancemos. ¡Lo más importante!: sin ningún tope.
Nos levantaremos después de caer ¡incluso habiendo tropezamos más de una vez con la misma piedra! Y volveremos a tener esperanza; ¡típico! Después de todo el mar de lágrimas, veremos por fin el lado positivo. Después de todo, cada fracaso es una oportunidad para algo mejor.