Todas hemos pasado por esa etapa en que sentimos que nada pasa en nuestra vida, pero en las demás ocurre ¡de todo!.
Que nuestras amigas se están casando y una de pinche en pinche, porque no encuentra “the one”. O que están teniendo hijos y nosotras con suerte regamos nuestras plantas. Que peleamos a muerte con el gato y que incluso estamos peor que hace 10 años, cuando éramos dependientes de nuestros padres o no sabíamos qué hacer con nuestra vida.
Ahora miras atrás y tampoco lo sabes mucho. ¿Pero no crees que eso es lo lindo de la vida? Quizás tu entorno está avanzando en temas más convencionales, pero tu estás enfocada en encontrar tu pasión, hacer lo que quieres, viajar, amar, equivocarte.
Sentimos que nos estancamos y sí, ¡parece fatal! pero ¿será que estamos mirando el vaso medio vacío?
La clave en no sentirnos así, es confiar en nosotras mismas. Cuando nos damos más amor del bueno, cosas bellas pueden pasar. Porque a modo de confesión, siento profundamente que el universo nos está preparado para lo que viene, que es ¡lo más! En esta etapa no sirven los pensamientos de que se nos pasa el tren, o cuestionarnos que nos critican por haber vuelto a estudiar ya bordeando la treintena. Tampoco quedarnos desveladas pensando en qué hacer para revitalizar una relación que no avanza después de 5 años.
Se trata de saber lo que quieres hacer contigo, renunciar a ese trabajo que te mantenía infeliz y atreverte a nuevas búsquedas. Dejar a ese chico que ya nos tiene los nervios de punta e ir por algo mejor. Un refresh total.
Algo debemos tener súper claro: la vida nunca se detiene. Estar estacada dependerá totalmente de ti y de cómo comiences a mirar el mundo. Y que no porque todos estén haciendo “algo en sus vidas” significa que tú no. Las cosas buenas siempre llegan y depende de nosotras cuánto tiempo tarden. Así que ojo y ¡a por todo! Que como dice Sara Herranz, “somos muy jóvenes para estar tan tristes”