Recuerdo que en mi niñez ¡adoraba ir a Fantasilandia! (bueno, todavía). Visitarla era como sacar pasaje a un paraíso terrenal y a pocas cuadras de mi casa. Claro que si había algo que me generaba más adrenalina que la montaña rusa, eran los juegos de “miedo”. Es decir, “La Casa Fantasma” y “Los Piratas del Caribe”. Es que - al menos para su época y mi edad de entonces - ¡eran aterradores!.
Convengamos en que a todas - o al menos, la inmensa mayoría - el susto nos genera una gran atracción. No en vano las historias de terror a oscuras - o sólo iluminados por una tenue linterna - fueron ¡un must! de nuestras primeras juntas de amigos. Tampoco es casual que películas como “Pesadilla” hayan causado sensación, ni que juegos como los referidos se hayan mantenido por más de 20 años en el mentado parque de diversiones.
Eso, hasta ahora. Así es, porque si han visitado recientemente Fantasilandia, sabrán que ambos juegos ya no forman parte del catálogo de atracciones. ¡Triste!
Es cierto que las brujas de la oscura mansión, así como los monstruos, el hombre lobo y las telarañas que intempestivamente caían sobre nuestros ojos ya no nos aterrorizaban como antaño. ¡Porque hubo épocas en que visitar sus pasillos en el carrito era ciertamente escalofriante! Hace un par de años, recuerdo que quisieron revitalizar este juego valiéndose de la “zombiemania”. Entonces, cada carro fue dotado por una pistola láser. Al disparar en el blanco, lograbas activar el mecanismo de los terroríficos muñecos, innovación que apuntaba a devolver al trayecto parte de su gloria de antaño. Una buena idea, que al parecer no funcionó.
Mención aparte merecen “Los Piratas del Caribe”. Recuerdo que dediqué varias noches de infancia a pensar en esos corsarios que se convertían en calaveras. Luego del fantasmal recorrido en bote (¡un plus!), llegabas al “muelle”, que constituía una suerte de “calma tras la tormenta”. ¿Y recuerdan la taberna? ¡Esa sí arrancaba sonrisas!. Aunque lejos, lo más emocionante era cuando repentinamente aparecía un pirata blandiendo su espada. ¡Y era tan guapo el bandido, que te daban ganas de hacer el trayecto una y otra vez!
Hoy, estos clásicos del terror no son más que un recuerdo. En su lugar estará - a partir del verano de 2016 - una nueva atracción: la montaña rusa de “Los 33 mineros”. Sin duda la disfrutaremos, pero extrañaremos aquellas fascinantes aventuras que llenaron de adrenalina nuestra infancia. Espero encontrarlos algún día nuevamente, en algún errante parque de diversiones playero, así como a otros juegos de Fantasilandia que quedaron en el pasado, ¡pero jamás en el olvido!... Y mientras, aún nos queda “Monga”. ¿Quién no soñó alguna vez caracterizar a la guapa y misteriosa Nadine?
Y tú, ¿extrañarás a estos clásicos? ¿Hay algún juego que recuerdes y que ya no está en el parque?