Escoger un nombre para tu hijo es una de las decisiones más importantes que puedas tomar, ya que se trata de la forma como él (o ella) se presentará ante el mundo. Si estás esperando un bebé y ya escogiste como llamarlo, ¡excelente!, pero si estás en la duda, en Fucsia te dejamos unos útiles consejos para tomar ¡la mejor opción!
1. Preocúpate de que el nombre sea acorde al apellido: Puede que te encante el carácter apasionado de Hürrem o lo guapo que es el príncipe Mehmet (¡y qué decir del exquisito Bali Bey!); pero si vas a combinar sus nombres con apellidos 100 por ciento chilensis, seguro la mezcla no sonará tan glamorosa como tenías contemplado. Es más, puede que sin querer sometas a la persona que más amas a un constante bullying y burlas descarnadas, por lo tanto, toma la decisión con sabiduría. Quizás esos personajes en verdad ¡te fascinen! y quieras transmitir a tu hijo algunas de sus características, pero ten presente que estamos en Chile, donde la sociedad no es todo lo comprensiva y acogedora que nos gustaría. La estigmatización es algo real, así es que piensa en tu hijo y no lo expongas a malos ratos por un mero capricho. Además, ¡siempre puedes llamar de esa forma a alguna simpática mascota!.
2. Las teleseries pasan, los nombres quedan: Procura no llamar a tu bebé por el nombre de moda; ese que aparece en una teleserie o ¡arrasa! con las preferencias paternas en el registro civil. ¡Menos aún si tu apellido es común! Te arriesgas a que tu pequeñito (o pequeñita) se encuentre con al menos un tocayo en cada curso y que conozca a ¡al menos 5! que se llamen como él por cada año que cumpla de vida. Tener una identidad ¡única! siempre será valorable. (Te lo digo yo, que aunque amo mi nombre, he detectado a 3 tocayas mías. ¡Y una también es mi colega!)
3. Fíjate que el nombre suene armonioso; es decir, que calce perfecto con el apellido y no quede en una frase extraña o con una rima absurda. También debes poner especial atención con armar combinaciones risibles (por ejemplo, “Armando Casas”; “Flor del Campo”; “Zoila Zappa De la Cuadra”; “Alan Brito”, en fin… ¡se entiende la idea!) o que aludan a próceres u otros personajes. Es decir, si el apellido del padre es “O’Higgins”, ojalá no le pongas “Bernardo” o le cortarán el teléfono cuando pida pizza y desatará risas al ser llamado por altavoz. Además, no faltarán las alusiones históricas (incluso por parte de las mismas profes) y tú no quieres eso. ¿O sí?
4. Procura que el nombre le agrade a ambos: Con esto me refiero a quienes “hicieron” a la criatura; o sea mamá y papá. A veces la familia se inmiscuye mucho - y con verdadero entusiasmo - en esta opción personal, cobrando sentimientos porque se llama como el abuelo paterno y no como el dulce patriarca de tu clan. Procura mantener a los abuelos y tíos chochos “a raya”, ya que nunca podrás dar el gusto a todo el mundo. Involúcralos en todo el embarazo si deseas, menos en este punto, pues podrían transformarse ¡en una auténtica pesadilla!
Ten presente que son quienes pusieron la “materia prima” los únicos que deben llegar a un consenso y elegir un nombre que a ambos agrade. Elaboren una lista con las opciones y entreténganse escogiendo ¡Pero no dejen esta decisión en manos de terceros!
5. Evalúa todos los diminutivos y apodos: Puede que te encante "Graciela”, pero detestes el mote de “Chela” y es algo que debes considerar al tomar la decisión. Una vez que hayas escogido el nombre, escríbelo varias veces y cerciórate de no dejar cabos sueltos, que en un futuro puedan causar desagrado en ti o el bebé (como dato: chequea meticulosamente lo que resulta al unir iniciales. Hay muchas palabras de 4 letras que no quisieras que asociaran con su nombre). Una vez que estés 100 por ciento convencida, ¡sólo disfruta del mejor momento de tu vida!
Y tú, ¿ya tienes un nombre para tu futuro hijo o hija?