Ir de lo más bien, hasta que algo te impide seguir. Eso me ocurre a mí, vez que me topo con gente que hace taco en la calle: léase los que se paran en un cruce peatonal con luz verde; los amigos que ni se mueven cuando se les pide permiso para pasar; los pololos que se besuquean en el medio de la vereda; las señoras que caminan a paso de tortuga, o las niñas que pasean al perro en un horario peak. ¡Todos obstaculizan el camino, y ni siquiera se inmutan!
Es terrible, porque provocan puras molestias. De por sí toparse con estas personas ya es sinónimo de incomodidad, pues son un escollo que dificulta el camino. Quitan la visual, ocasionando que titubees al andar, e incluso, que tropieces en la vía pública. Pero lo peor es lo que generan cuando se cruzan en los momentos menos oportunos. Por ejemplo, si vas cargada de paquetes, te cansas el doble por la fuerza que haces esperando que se corran. O si estás apurada, terminas llegando atrasada a la universidad, al trabajo, a la casa, o a una cita. Lo mismo si caminas ultra concentrada en algo, pues te desconcentras. Y si andas enojada, te enojas más. Todo mal.
No es que uno sea densa como la gente alterada del metro, pero es una situación repetitiva. Eso lo agrava lo negativo, porque se trata de algo que ocurre en tu vida cotidiana. Aburre siempre salir a la calle, y encontrarse con lo que te hace más difícil la rutina.
Más encima, los responsables ni siquiera se inmutan. ¡Cómo no se dan cuenta que están interfiriendo el paso del resto! A veces dan ganas de decirles, pero el sólo pensar que podría generar mayor estrés, te frena. Para qué complicarse más si total el mal rato ya está.
En fin… hay que tener paciencia nomás, ¿no crees? Y tú ¿te sueles encontrar con gente que hace taco en la calle?