¿Amigos nomás? ¡No necesariamente! Aunque es difícil creer que los best friends se transformen en pololos, pues el mismo temor a perder la amistad lo descarta; lo afirmo: es posible que terminen siendo pareja.
El otro día lo comprobé cuando supe que a una compañera de colegio le pasó. Desde esa época tuvo varias relaciones largas fallidas, así que estaba un poco cansada del amor. No le interesaban los compromisos, sólo quería tener pinches y pasarla bien con su partners de toda la vida, entre ellos su inseparable desde la media, Marcos.
Ellos siempre andaban juntos y se sabían todo del otro. Parecían hermanos. Todo siguió así, hasta que un juego de carrete dijo lo contrario. Como penitencia debieron darse un piquito que, con el paso de las horas y las copas, derivó en varios besos locos en privado. Habían traspasado la barrera del pasatiempo, y les había gustado; pero juraron que sería la primera y última vez. Cosas de juerga, justificaron.
Seguir como si nada duró bien poco, porque apenas él se puso a salir con alguien, todo cambió. Ella comenzó a sentir celos, pero no sabía si era normal. Dudaba si le molestaba la nueva conquista o que su partner tuviese menos tiempo para la amistad. Fuera como fuera, quiso ocultarlo, sin éxito eso sí.
Su amigo se dio cuenta, y se decidió a aprovechar la instancia para contarle lo que sentía desde hace mucho. Le dijo que la quería más que como a una amiga, que lo intentaran; y ella se negó. Es que tenía miedo de perder esa relación tan rica que habían cultivado desde la adolescencia por un pololeo. Sin embargo, un beso (o un par) la hizo cambiar de opinión.
Cuento corto: llevan 3 años como pareja, que se suman a los tantos que acumulan como amigos. ¡O sea, son todo! El mejor amigo se convirtió en el amor de la vida. Lindo, ¿no? ¡Ven que los best friends se pueden transformar en pololos!