Parecía de esas amigas que estarían por siempre, pero no. Bastó una diferencia para que todo cambiara, y para mal. Así me ocurrió con una partner que se convirtió en una enemiga de la noche a la mañana. ¡Y no quería creerlo! Es que, ¿cómo pudo llegar a pasar?
Haciendo memoria, cultivábamos una amistad desde pequeñas. Nunca fuimos iguales, sin embargo, nos complementábamos bien. Íbamos a sus movidas, a la mías y a las de las ambas (ojo, hablo de fiestas, salidas, etcétera; no sean mal pensadas). La pasábamos súper, así que todo ok hasta ahí.
Las cosas cambiaron en la enseñanza media, cuando afloraron nuestras verdaderas personalidades. De ser un 7 en todo sentido, ella pasó a ser un poco desagradable. Se puso chupamedias, absorbente e insistente. Y frente a eso, yo sentía reticencia… no sé, ganas de arrancar, estar sola. Es que por lo demás estaba haciendo hartas cosas, así que sólo quería descansar; no tenía ganas de ver amigas.
Un día me aburrí, y le dije que disminuyéramos la cantidad de trabajos que hacíamos juntas en el colegio. Ella reaccionó de la peor manera, marcando un antes y un después en la amistad. Al día siguiente se alejó, uniéndose a otro grupo de compañeras. Desde ahí aplicó ley del hielo, ignorándome y quitándome el saludo. Después le dio por burlarse, cuchicheando y riendo maliciosamente cada vez que podía. Y para rematar, amenazó con revelar secretos íntimos, insinuando parte de ellos en voz alta. Me hizo la vida imposible.
Lo peor de esto fue advertir quién era en realidad. Hace tiempo que oía comentarios negativos sobre ella; por ejemplo, varias personas la encontraban envidiosa y con características para desconfiar. Yo me resistía a creerlo, porque era mi amiga. Eso sí, apenas detecté lo que hizo, supe que nunca lo fue. Una verdadera partner no sería capaz de eso, una enemiga sí.
Fueron días difíciles, pero ¿saben qué? Ignoré las artimañas de esta niña. No valía la pena gastar tiempo en alguien así. Con todo lo que ocurrió, estaba claro que una relación de partners hipócrita llegaba a su fin. Y sentí que era lo mejor, considerando algo súper simple: no hay peor enemistad que una falsa amistad…
Y a ti, ¿te ha ocurrido algo similar?