Recuerdo que hace unos 8 años, el Centro de Extensión de la Universidad Católica realizó una muestra bastante interesante, que daba cuenta de la evolución histórica del vestido de novia. En ella, era posible apreciar cómo el paso de los años se refleja en los atuendos, desde la tendencia minimalista de principios del siglo XX (años en que los vestidos parecían camisones), pasando por el glamour de los 50’s hasta llegar al naturalismo actual.
Me gustó bastante la exhibición, ya que contaba historias a través de la moda. Evocando esto es que investigué el tema, advirtiendo que esta prenda - parte infaltable del “rito” matrimonial - ha sufrido una poderosa transformación desde el origen de los tiempos hasta nuestros días. A continuación, les daré cuenta de los principales cambios:
1. Edad Media y siguientes: Fue en esta época que los vestidos de novia tomaron mayor relevancia, ya que previamente - en la cultura romana - las mujeres sólo utilizaban una gran túnica blanca, la misma con que se vestían diariamente. Sólo en el siglo IX, las formas y colores fueron modificadas, siendo el rojo el tono predominante, al simbolizar riqueza y poder. Quienes siguen “El Sultán” - pese a que la historia transcurre en tiempos posteriores al medioevo - habrán notado que las féminas lucían atuendos de intenso rojo al ser llevadas ante sus esposos. Y claro, si esta tendencia se extendió por varios lustros, cambiando sólo en el siglo XVIII, cuando dicho color fue desplazado por los tonos pastel.
2. Edad Contemporánea: Tal como señala el punto anterior, de a poco los tonos pastel se apoderaron de las preferencias de quienes contraían nupcias, instalándose finalmente el plateado como favorito de las novias. Esto, hasta que arremetió con toda su pureza el blanco, siendo la Reina Victoria - en su boda con Alberto - la primera en usarlo. De ahí en más, la tendencia se masificó, encantando al representar virginidad (un valor muy preciado por aquellos años), inocencia y elegancia.
3. Primera mitad del siglo XX: Por estos años, si bien el blanco se “institucionalizó” como tono nupcial, lo que varió fue el diseño. En la primera década, los vestidos eran largos y cubrían cuidadosamente la anatomía femenina. Estaban llenos de “vuelos”, encajes y detalles que pretendían demostrar riqueza (no obstante, si hoy vieran uno, les parecería un camisón de abuela). Entrando en las décadas del ‘20 y ‘30, las mujeres se atrevieron un poco más, acortando los diseños y ajustándolos a sus formas, mientras que en los 40’s y comienzos de los 50’s, predominaba el traje de sastre. Sin ir más lejos, mi nonna - casada por esos años - confeccionó ella misma su atuendo, con tal distinción y elegancia que no he visto creación que se le compare.
4. Segunda mitad del siglo XX: Ya para fines de la década del ‘50, Christian Dior revolucionó la industria textil, diseñando para las novias encantadores vestidos, vaporosos y llenos de glamour. Tuvieron tanta aceptación, que aún en nuestros días son replicados por algunos genios de la alta costura. Pese al buen gusto de esa época dorada, estos exquisitos modelos en los 60’s fueron de a poco reemplazados por alternativas ‘naif’ y minimalistas, que se inclinaban por lo ‘casual’. Sólo a mediados de los 70’s renació el gusto por la opulencia, pero esta vez ¡recargada!. Así, nuestras madres seguro recuerdan los ostentosos vestidos de ruedo amplio, con harto vuelo, detalles por doquier y ojalá hechos en raso.
Los 90’s, en tanto, devolvieron la formalidad al vestido de novia, con diseños más sobrios y minimalistas, donde menos era más.
5. Siglo XXI: En nuestros días, coincidente con el declive en la celebración de este rito, se privilegia escoger un diseño con identidad. Si bien existe una tendencia - strapless, con ruedo y aplicaciones - cada día son más las novias que incorporan detalles propios a este atuendo, privilegiando además la naturalidad. Así, el blanco poco a poco cede su protagonismo a tonos marfil, mezclados ojalá con colores vivos, como el verde o el rojo. Este golpe cromático da vida al vestido y - por supuesto - permite a las mujeres imprimir en él parte de su esencia, como lo es su tono favorito.
El strapless también va en retirada, siendo reemplazado por coquetos breteles. Y los vestidos agitanados, con grandes flores y varias capas de corte asimétrico ¡arrasan!, brindando a la novia un coqueto toque “élfico”, que resalta con distinción su personalidad y carácter.
Y bien, ¿qué te parece la evolución de esta mítica prenda femenina? El vestido de tus sueños, ¿es más bien vintage o prefieres la actual tendencia? Compártenos tus impresiones.