Cuando nadie tenga detalles contigo, cuando ya no puedas mirarme a los ojos, cuando solo abraces las sábanas, a alguien de tu familia o a algún amigo luego de unas copas, me valorarás más cuando me haya marchado.
Cuando no sientas la confianza suficiente para desahogarte con otra persona me echarás de menos, cuando quieras contagiarte con mi risa y no la veas, maldecirás mi ausencia. Cuando no haya nadie que te ofrezca un café en esos días fríos o esperes copiar un gesto mío luego de alguno de mis actos y no esté, te darás cuenta de que tuviste a tu lado a alguien especial.
Cuando conozcas a alguien nuevo, entenderás que quizás no conseguirás lo que teníamos, cuando entiendas que esta vez el aburrimiento me abrazó por tu descuido y falta de empatía con la relación, te arrepentirás por no haber comprendido realmente esto un poco antes. Cuando beses a otra y me imagines a mi sentirás la misma angustia que yo cuando no supiste escuchar.
Cuando necesites un abrazo y no encuentres a nadie que te busque como yo querrás llamarme pero yo no soy de las chicas que se tropiezan dos veces con la misma piedra y lo sabes. Cuando sepas que otro me ronda lo odiarás porque tiene mi atención y es él quien me mima por las noches. Cuando necesites escuchar un “te amo” solo con el tono de mi voz y no lo escuches te sentirás el hombre más idiota y arrepentido del mundo.
Por eso cuídame, yo no me anticipo porque confío pero será una vez porque la segunda no existe y te amo, pero me amo más a mí.