Hace un par de años, un estudio llevado a cabo en el Reino Unido reveló algo bastante fácil de intuir. La otrora “crisis de los 30” no es un mito y dista mucho de la obsolescencia. Aunque ahora abarca rangos etarios un poco más amplios, lo que la ha rebautizado como “crisis de la edad adulta”.
Tal como hemos reflexionado en numerosas publicaciones, los 30 y tantos están lejos del estereotipo exitoso y gozador que la TV suele mostrar. Es más, aquel parámetro contribuye a acentuar la incómoda sensación de insatisfacción y de vagar sin rumbo por una vida sobre la cual no se tiene control, al no cumplir con las expectativas trazadas ni los cánones sociales establecidos (que los medios se empeñan en resaltar).
Esta crisis suele darse en momentos claves de nuestra vida, como son los siguientes:
1. El egreso de la universidad: Es nuestro primer “enfrentamiento” al mundo 100 por ciento adulto y son muchos los desafíos que esta etapa nos exige. En primer lugar, hallar un trabajo, ser capaz de valernos por nuestros propios medios y dar a la carrera que estudiamos la orientación que deseábamos. Y claro, en este camino nos encontramos con varios portazos, como la saturación del mercado laboral o sueldos que dificultan la independencia total. A lo anterior, sumemos que el ejercicio práctico de la profesión no sea el esperado. El paso de estudiante a profesional no es en absoluto fácil.
2. No tener una pareja estable: Aunque cada día son más los solteros empedernidos, lo cierto es que un importante porcentaje de ellos guarda en el corazoncito una espina, por no haber encontrado al o la indicada. En la sociedad en que estamos inmersos, aún se percibe como un fracaso el no estar emparejado y todavía se construyen muy altas expectativas en torno a una eventual compañía romántica. El hecho de “no encajar” con ninguna de las relaciones que se haya tenido, a los 30 se comienza a visualizar como un “no estoy hecho para el amor”; pensamiento que decanta en rebeldía.
3. Sensación de estancamiento: Cuando ha transcurrido un tiempo desde que “te hiciste adulto” y ves que las cosas no avanzan (es decir, aún no tienes casa, familia, dinero, viajes, el puesto que deseabas, etcétera), sientes que la frustración te invade y que cada paso que das - por mucho ñeque que pongas - te lleva al mismo punto muerto en que te encuentras ahora.
4. La dicotomía entre tus roles: Como seres humanos que somos, desempeñamos diversos roles en nuestro entorno, como el ser parejas, hijos, padres, amigos, hermanos, trabajadores, estudiantes, etcétera. El problema está cuando sentimos que por atender uno, descuidamos otro y vivimos torturados por la culpa de cómo conciliarlos del mejor modo posible (ojo, chicas: nos sucede especialmente a nosotras).
Estas crisis revelan un conflicto entre el alma y la personalidad, lo cual podría llevarnos a enfermar y simplemente, “perder el rumbo”. Pero, ¿qué es lo que se nos hace tan pesado a los 30 (e incluso antes: a partir de los 25 y hasta la cuarta década)? Pues el hecho de querer cosas rápidas y fáciles, que respondan a un esfuerzo inicial y comiencen a dar frutos. El ferviente deseo de obtener logros ojalá obviando el proceso para llegar a ellos, que mirado de frente parece largo y dificultoso, prácticamente insostenible. Y mientras mayores somos, más “contrarreloj” nos sentimos, lo que añade una importante cuota de angustia y desazón. Se instalan en la mente y el alma, sentimientos como la rebeldía, intolerancia, envidia, orgullo, abatimiento y confusión.
¿Qué hacer entonces, para superar esta crisis? Los expertos recomiendan centrarse en los procesos más que en los resultados. ¡Después de todo, de ellos es que consta la vida! Más que obsesionarte con tener la casa soñada, piensa en lo que descubres de ti misma mientras ahorras para conseguirla. Por ejemplo, darte cuenta de cuán constante eres al juntar dinero e idear nuevas formas de pasarlo bien sin gastar.
Pero si notas que no puedes con este problema y la sensación de agobio que conlleva, ¡recurre a un especialista!. En su consulta, podrás explayarte respecto a qué expectativas no resueltas te complican, así como también conocerte mejor y trazar un plan de acción. ¡No te duermas en los laureles!. Recuerda que la vida sólo fluye cuando nosotras mismas no obstaculizamos su paso. Por lo mismo, anímate a ir descubriendo cada día ¡la infinita magia de tus años!
Y bien, ¿has experimentado la crisis de la edad adulta? ¿Te animas a intentar un cambio?