¿Has notado con tristeza cómo aquella “ponchera” no baja con nada? Tal vez sea el metabolismo que, producto de los años, ya no funciona como en viejos tiempos. Quizás se deba a una alimentación poco saludable o a aquellas tortas “after office” con tus amigas. Pero hay otra razón muy probable, en la cual te apuesto que ni siquiera has pensado: las emociones.
Así es; porque algunas emociones engordan e inciden negativamente en nuestros hábitos alimenticios, haciendo que estos sean menos saludables. Y estos son:
1. Ansiedad: Buscamos aplacarla, engullendo alimentos con alto contenido en azúcar, la cual tiene un efecto “calmante”.
2. Frustración: Cualquiera que sea el ámbito que la provoque, esta emoción causará estragos en nuestra silueta, ya que provocará un desánimo que nos llevará a comer de manera irracional. Esto, porque el cuerpo inconscientemente buscará la manera de recuperar tanto la alegría como el entusiasmo.
3. Estrés: Al estar bajo situaciones que requieren de toda nuestra energía y nos agotan, buscamos compensación en alimentos altos en grasa, tales como el chocolate.
Como ves, la próxima ocasión en que te cuestiones por qué esa grasa rebelde no baja con nada, evalúa cómo están tus emociones y procura atenderlas de manera correcta, a fin de comenzar a dar una efectiva batalla contra los kilos extra.