A lo largo del camino, en más de una ocasión nos ha tocado oír frases como "la otra mitad", "el complemento" y "el alma gemela". Es por eso que a medida que crecimos, nos quedó grabado en la cabeza ese concepto, que se convirtió en la necesidad de buscar constantemente a ese otro ser, el príncipe azul, que será el remedio para todos tus problemas e inseguridades. Por lo anterior, la soltería a cierta edad suele ser un tema que - a nivel social - ha dado que hablar desde los tiempos de las abuelitas. Frases como "se le fue el tren" o "está para vestir santos", eran utilizadas (a veces, de manera peyorativa) para decir que una mujer ya no tenía posibilidades de ser amada, pues ya no estaba en edad de merecerlo.
Es por eso que la soledad siempre ha sido vista como un estigma, una enemiga que debo combatir a toda costa, incluso forzándome a vivir procesos o a tener personas a mi lado que no aportan. Creo que en la juventud es cuando nos sentimos más presionadas por vivir ciertas cosas en un periodo definido. Y, cuando eso no resulta, experimentamos la presión de saber que nos estamos quedando atrás. Sin embargo, cuando la madurez se convierte en tu reflejo, ya no quieres vivir corriendo o planificando tu vida en torno a lo que los otros esperan.
Pasó que me alcanzaron los 30 hace algunos meses y me encontraron soltera, sin un proyecto en pareja, sin preocuparme por tener hijos y sin la necesidad - ni las ganas - de salir a buscar a cualquiera. Creo que estamos en una época en donde las mujeres queremos sentirnos cómodas y no vivir de reglas ni expectativas sociales. Por ello, lo que en la antigüedad nos pudo haber parecido una aberración (una mujer soltera a los 30), en esta época no es relevante para nosotras.
Debo decir que me siento cómoda, libre, comprometida conmigo misma, ansiosa por seguir avanzando e independiente en el ámbito emocional y económico. Tengo la certeza de que éste es el inicio para muchas cosas buenas. Estoy concentrada en mi panorama profesional; en seguir aprendiendo cosas nuevas, no repetir los mismos errores, vivir y disfrutar de mi propia compañía. Sí, soy una "solterona de 3 décadas" como dirían algunos, pero créanme que no estoy dispuesta a ceder mi metro cuadrado, este espacio de libertad y autonomía, al menos por algún tiempo. Pero no me malentiendan: no se trata de que esté cerrándole las puertas al amor o que me haya convertido en una adicta a la soltería, no. Lo que siento es que estoy en un momento de mi vida en el cual tengo mucho que agradecer, mucho por lograr... pero no quiero nada que me haga sentir atada, postergada, que me limite o que me fuerce a seguir cierto rumbo ya definido.
Tampoco me siento indefensa, débil o carente de algo, sino más bien orgullosa de ser valiente, de no depender de un hombre para sentir que mi vida tiene sentido, de no buscar a alguien que me proteja o defienda, de no ser una cobarde que vive en torno al miedo a quedarse sola o vivir obsesionada respecto a lo que el sexo opuesto espera de mí. Me gusta tener el poder de levantarme de las caídas, de curar las heridas y salir adelante. Amo no tener el vestido de novia en la cartera y no desear un marido que sea un sólo proveedor, no jugar al gallito con el reloj y no gastar energía en buscar exhaustivamente algo que debe fluir, seguir su curso natural.
Además, ¡pucha que es rico quedarse un finde en la casa, en pijama y viendo pelis! o salir con tu mamá a vitrinear. Ir a un happy hour con amigas, salir a bailar con un amigo, cortarte el pelo como se te antoje, no tener que aguantar a la suegra, dejar de dar explicaciones, no pedir permiso o avisar respecto a cada paso que das. Es vivir en torno a tus propias necesidades, sin agotarse mental y sentimentalmente, intentando- a veces sin éxito - entender a ese otro.
Chicas, si le temen a llegar soltera a los 30, mi recomendación es que dejen de preocuparse. Cuando estén en esa etapa entenderán que antes de amar a un otro debemos amarnos a nosotras. Sentirse plena tiene que ver con un estado global, con dejar de vivir apresuradas y tratando de encajar en lo que la sociedad espera de nosotras. Recuerden que a la única persona a la que siempre le deben fidelidad incondicional, es a ustedes mismas.