Todas hemos tenido ese ex al cual queremos olvidar a como dé lugar. A mi me pasó que por tratar de sacar un clavo con otro, terminé viviendo una pesadilla al estilo "Pasiones" o "Directo al corazón". ¡Y sin quererlo!.
Durante un año y medio tuve una relación con alguien que, si bien era un poco apático, parecía una persona normal. Eso, hasta que un día decidí terminar con él. Fue ahí cuando conocí su oculto lado psicópata y aprendí que un hombre despechado es más peligroso que mono con navaja.
Recuerdo que le di el "sobre azul" un 2 de enero y estuvo durmiendo en mi sillón hasta la quincena de marzo. No aportaba nada. Era terrible: chateaba todo el día y no podía salir tranquila ni hablar por teléfono con el pinche que tenía (porque el clavo anterior volvió, pero eso es otro tema). Además, solía revisar mi celular, mi computador y mis conversaciones de Facebook mientras yo estaba en el trabajo. Aparte de "okupa", era un acosador pasivo-agresivo que vivía en mi misma casa, se comía mi comida, desordenaba y para más remate, revisaba mis cosas cuando yo me ausentaba.
El loquito no se quería ir de mi casa y yo no sabía como sacarlo. Fueron 3 meses de bajezas, hasta que un día salí de mi clase de yoga y me encontré con un mensaje de texto diciendo que por fin se había ido. ¡Imaginen mi felicidad!. Sin embargo, siguió el show:
Era mi etapa fitness, así que a las 5:45 AM yo estaba en el gym comenzando mi rutina. Y adivinen: ahí estaba él, ¡afuera!. Me iba en bicicleta al trabajo y lo topaba en el parque o la ruta diaria. Llegaba tarde de algún carrete y ahí lo veía, haciéndole guardia a mi conserje. Iba a mi café favorito e ¡imaginen con quién me encontraba! Sí, con el psicópata ahí, siguiéndome.
Fue todo un lío: a veces miraba por la ventana de mi oficina y lo veía, parado. ¡No hacía nada!. Hasta que un día decidió hablar, y lo que dijo fue escalofriante: “el gato de la casa de tu mamá podría desaparecer en cualquier momento” Obvio que me alarmé, ya que el compadre no estaba cuerdo. ¡¡Había amenazando a mi gato!!. Así que tras luchas, Carabineros, amenazas y pérdida de energías, opté por lo sano: me junté a conversar con él. Por dos cosas: una, que no estaba dispuesta a cambiar mi estilo de vida por sus persecuciones y dos, para que me dijera todo lo que tenía que decir y sacara su despecho de una vez.
Dejé que se desahogara, sacara su lado apático y guardara lo psicópata para la próxima víctima. Aprendí que el pobre cabro tenía cero tolerancia a la frustración y que un hombre, por más tranquilo que sea, puede ser un Drama Queen en potencia. Moraleja: chiquillas, vayan tranquilas por las piedras y no hagan como yo, que por querer sacar esa espinita en mi corazón y buscar a alguien “normal”, me encontré con un personaje con su Annie Wilkes interior esperando desde un rincón el lugar oportuno para atacar. ¡Qué miedo!
A ustedes, ¿les ha pasado algo similar?