Cuando estaba en la Universidad, casi todos los fines de semana salía a bailar con mis amigas. Era un panorama muy entretenido, nuestra noche, una noche de mujeres. Claro, porque estaríamos sin ningún bombón, ni pololos, ni nada. Solo éramos nosotras, un grupo de loquillas que salían a pasarlo bien, disfrutando sus canciones favoritas en las pistas.
¡Y hoy nos sucede lo mismo cuando salimos! A muchos hombres esto les debe ir contra el pelo. Simplemente, no logran entender por qué cuándo las mujeres salimos solas a bailar no nos interesa tener ningún tipo de contacto con ellos. El estar solteras nos permite ser tremendamente libres, y si queremos pasarlo bien entre chicas (sin que ningún jote nos moleste), así será.
Porque es típico el pasado de copas que te invita a bailar, te pregunta mil veces tu nombre o hasta se le cae el trago encima tuyo. Tampoco falta que llegue el desubicado que sin preguntarte nada, quiera darte un beso a la fuerza.
La verdad es que no nos interesa esto: preferimos cantar nuestros temas, hacer coreografías, subirnos a una tarima y gritar como locas si es necesario, para botar las tensiones de la semana. En fin, olvidarnos del mundo con las mejores: nuestras amigas.
Es muy distinto bailar con un hombre a estar con mujeres, ya que con los bombones solemos ser distintas y más aún si estamos en plan de conquista. Pero con nuestras amigas podemos hacer lo que se nos ocurra. Hay confianza y echamos a volar nuestra imaginación, hacemos locuras y bailamos al medio en grupo. ¡Finalmente resulta una experiencia genial!
Como hemos dicho antes, no necesitamos a un hombre para pasarlo bien. Y si estamos libres, tampoco nos trastornaremos si es que alguien no nos saca a bailar, todo lo contrario ¡nos alegramos, porque elegimos estar solas!