El celular, teléfono inteligente o smartphone, nos guste o no, llegó para quedarse. Si nos ponemos a comparar cómo eran los aparatos que usábamos hace una década y los de ahora, notaremos lo mucho que hemos avanzado. Este artefacto, en la actualidad, sirve para más que llamar por teléfono, ya que también nos ayuda a revisar nuestras redes sociales, distraernos con juegos adictivos, sacar fotos en el momento preciso o leer las noticias más importantes del día. Son funciones muy útiles, sin duda; pero el problema es que algunas personas se han tomado muy a pecho eso de usar un teléfono inteligente. Es más, llegaron al punto de parecer hipnotizados o que - como su nombre lo indica - el aparato les absorbiera toda su inteligencia.
Me apesta (y mucho) toparme cada día con gente que no mira por donde camina, porque va pegada a la pantalla del celular. En su afán por mover los pulgares a la velocidad de la luz, les importa un comino si estorban o no. Acaparan los mejores lugares del transporte, para ir mirando su pantalla con luces e incluso se menean de un lado a otro en el metro, para manipular el artefacto en lugar de afirmarse. De verdad no entiendo qué es lo que pasa por la cabeza de quienes prefieren leer una actualización de Facebook que resguardar su integridad.
Lo peor de todo es que soy yo quien tiene que preocuparse de esquivarlos y fijarse por dónde caminan. Ellos van tan metidos en su mundo virtual que no levantan la vista ni un segundo para evitar chocar con algo u alguien. ¡Linda la cosa!. Yo tengo que cuidarme de no chocar, mientras ellos caminan paveando y evitándose todas las consecuencias de hacerlo. A veces imagino lo lindo que sería que el celular se les cayera, para que así reaccionaran y vieran lo que pasa a su alrededor; pero lamentablemente este tipo de personaje siempre sale invicto de su desagradable hábito.
Con mis declaraciones anteriores no quiero decir que odio los smartphones, al contrario: me han facilitado un montón la existencia. Pero siento que hay cosas básicas (como el respeto y el autocuidado) que son más importantes que responder un WhatsApp, jugar Candy Crush o postear cosas en Facebook. Está bien que sea entretenido mirar el celu para matar el tiempo o aguantar esos eternos viajes en metro. No obstante, también hay que tener un poco en consideración a quien va al lado y no tiene por qué aguantar la pantalla de un celular ajeno en su hombro, cabeza u otra parte del cuerpo.
¿Soy muy mañosa o afuera hay otras chicas que piensan igual que yo?