¿Se han dado cuenta cómo un simple gesto puede cambiar nuestro día? Así de simple y así de grande. Podemos estar teniendo una pésima jornada, con un problema tras otro, pero basta una sonrisa para recargar nuevamente la pila. ¡Y eso es fantástico!
Recuerdo que hace varios años - cuando aún era universitaria -, conseguí una pega en la periferia capitalina, para combinarla con la realización de mi reportaje de título. Un día me dormí tarde, ya que me quedé editando. Y al siguiente día ¡se me hizo un mundo ir al trabajo!. Obviamente, salí de casa al borde del atraso.
Como la Ley de Murphy nunca falla, ¡la única micro que servía no pasaba!. Estaba pateando la perra, odiando al mundo con todo mi ser, cuando de pronto un amable señor se me acercó, sonriendo.
En primera, sentí el impulso de mandarlo a buena parte, ya que no quería que nadie me hablara o mirara. Él me dijo que notaba que mi ánimo no era el mejor, ya que estaba al borde de las lágrimas (de rabia, claro). Entonces, confesó que él pasó por momentos malos, pero ahora estaba bien y era feliz nuevamente. Que tenía ganas de compartir esa alegría con el resto; ya que sabía lo difícil que era afrontar un bajón. Me dijo que sonriera y todo saldría bien. Luego, se despidió, regalándome un caramelo “para el camino”.
Después de eso, mi ánimo cambió como por arte de magia. Me sentí más tranquila, sonreí y disfruté del viaje. La micro pasó a los 5 minutos, disfruté del dulce durante el trayecto y sorprendentemente ¡llegué a tiempo!. Es increíble cómo un solo gesto amable tiene el poder de mejorar tu día. Quizás - al igual que esta suerte de “ángel” que encontré en mi camino - deberíamos ocupar algunos minutos en mirar a nuestro alrededor, para obsequiar lindas sonrisas y buenas jornadas. ¡Nos haría bien a todos!
Y ustedes, ¿les han cambiado el ánimo con un pequeño gran gesto amable?