Trátenme de amargada si así lo desean, pero debo reconocer que si hay algo que detesto y me estresa de sobremanera, es el persistente sonido del Whatsapp. ¡Realmente lo aborrezco!
Resulta que instalé esta aplicación por su incuestionable utilidad, para estar en contacto con mis amigas y - por supuesto - mis compañeros de la U. De esta manera, estaría actualizada en cuanto a presentaciones, pruebas, trabajos y un largo etcétera; por eso adherí muy gustosa al chat grupal.
Eso sí, jamás conté con que el curso a poco andar formaría estrechos lazos de amistad, que se traducen en un contacto permanente. Sin mentirles, va desde el “Buenos días” del primero que se levanta hasta comentarios de la película que ven durante el trasnoche. ¡Too much!. El silbido de mi celular no cesa. Suena cuando estoy en el trabajo, voy en la micro o ando cleteando. Me detengo a chequear qué ha pasado (o si se trata de algo importante) y ahí me encuentro con un meme, alguna simpática - y obscena - imagen o simplemente un “hola, qué hace”. Ahí, sigo mi camino, no sin que antes se dibuje en mi cara un gesto de desagrado.
Me declaro introvertida - a toda honra - y ¡libre como el viento!. Por lo mismo, reconozco orgullosamente que no me ha enviciado el aparato inteligente y les juro que no me da FOMO si no suena a cada rato. Es más, me perturba cuando lo hace. Si no lo apago, es sólo por si recibo algún mensaje de mi hijo, de mis BFF’s, mi pololo o algo extraordinario pasó en la U (ya que a veces me he perdido de pruebas o trabajos por dejar el dichoso chat de lado). Pero en serio, me empelota que suene tanto y ¡por cosas irrelevantes! Además, no veo necesidad de reportarle a un grupo incluso lo que comí anoche, por más que los considere cercanos.
He probado ponerlo en silencio mientras estoy en la pega, concentrada. Pero cuando lo hago ¡me pierdo importantes llamadas!. En fin, estoy que lo desconecto y me quedo al margen de las pruebas, trabajos y demases. Así, ¡a la vida y a lo que salga!. Y es que en verdad, el sonido me es completamente antipático, sobre todo mientras espero otras noticias más importantes (como detalles del colegio de mi hijo o noticias sobre un cobro inadecuado que me haya hecho la tarjeta bancaria).
En fin, ¿seré muy odiosa o a alguien más le pasa?