En décadas pasadas, la noche de bodas era la más importante en la vida de una mujer. Se trataba del momento de “entregar la flor”, por lo cual en torno a él había mucha expectación. Además, era una especie de “anticipo” en cuanto a cómo sería la vida conyugal, al menos en cuestiones amatorias.
Actualmente, las parejas disponen de muchas instancias previas para conocerse sexualmente antes de dar “el gran paso”. Por lo mismo, las expectativas en torno a este momento no son las mismas de antaño. Al lucir el vestido blanco, ya hemos compartido a lo menos unas largas vacaciones junto a nuestro futuro esposo y conocemos sus preferencias íntimas a la perfección, así como cada lunar de su cuerpo. O al menos, ¡es lo común!. Es por ello que los novios se preocupan mucho más de la fiesta, el viaje y los invitados.
Sin embargo, aún persiste cierta “tradición” de que la primera noche de casados deba ser - sí o sí - memorable. Por lo mismo, algunas chicas incluso optan por la total abstinencia en los días previos al enlace, para así asegurarse de que el encuentro les haga ver estrellas ¡como nunca!. No obstante, lo recomendable en estas instancias es disfrutar de la fiesta, vivir la magia del paso que se está dando y ¡relajarse!, ya que momentos para gozar de la pasión habrá muchos. Sin embargo, exigir “fuego” en circunstancias de estrés y cansancio, podría resultar en un auténtico desastre. La luna de miel sería entonces el instante ¡perfecto! para el primer jugueteo de esta nueva vida, así como la tradición de que tu esposo te cargue en brazos. Estarán más relajados y predispuestos, por lo que el sexo post-matrimonio no parecerá “forzado”.
Y tú, ¿qué expectativas tienes en tu noche de bodas?