“¿Alguna vez le regalaron flores a un hombre? Háganlo, ¡jamás las olvidará!”, solía decirnos el supervisor del trabajo que tuve en mi etapa universitaria. Nosotras reíamos. Era un hombre robusto, de unos 50 años y se notaba que hablaba en serio. Y aunque nunca hice la prueba con mi pololo (a lo más, le envié chocolates) la idea me dejó pensando.
Hubo una época en que estuvo muy en boga la idea de obsequiar flores a los hombres. Incluso la variedad de rosa azul nació pensada para ellos. No sé qué tanto haya prendido la idea, pero claro, no deja de ser rupturista. Después de todo, la tradición dicta que somos nosotras quienes recibimos flores, bombones, peluches y anillos mientras que ellos son felices con vinos o relojes. Pero hoy en día, las “reglas” de regalos en cuanto a género no existen. Así como una mujer puede recibir con gran placer un rico trago, un hombre quizás sea feliz con una rosa (como mi ex jefe). Eso no lo hace menos hombre.
Además, ¿quién quita?. Tal vez el regalo - por lo sorpresivo e innovador - efectivamente sea el más inolvidable de su vida.
Y ustedes, ¿ya le han regalado flores a un hombre?