A medida que vamos creciendo, una de las grandes diferencias con la infancia es la capacidad de decidir. Esto incluye todas las áreas de la vida y por supuesto, también las relaciones humanas. ¿Deberíamos seguir el “sabio” consejo de nuestras madres y no juntarnos con extraños?
Es precisamente en la adolescencia cuando esta recomendación se vuelve compleja. Si bien aún somos niñas y debemos cuidarnos - el 'tío Emilio' nos ha enseñado que los peligros están incluso al alcance de un click -, la interacción con otros nos permitirá desarrollarnos como jóvenes socialmente activas y beneficiará la adquisición de experiencias que nos llevarán a una adultez saludables. El problema radica principalmente en que a cierta edad ya tenemos el núcleo creado y no vemos la “necesidad” de conocer gente nueva.
Aunque no lo creas, recientes experimentos sociales — de la University of British Columbia, en Canadá— han comprobado que la suma de personas que actúan de esta forma ha creado un clima en que se fomenta el estrés y la depresión. Mientras, aquellos que están dispuestos a relacionarse con extraños presentan mejor rendimiento en el trabajo, viven nuevas experiencias, amplían sus círculos y tienen conocimiento de lugares para viajar, comer, adquirir productos en oferta, libros, entre otros.
Si bien es difícil dar el primer paso —sobre todo por la delincuencia y el mal uso de la información—, puede ser con otras mujeres, quizás más adultas, en el metro, el bus, el banco, etc. Las experiencias recogidas dan evidencia de que es posible resguardar tu identidad, familia o datos personales y tener una conversación amena, sincera, directa y sin prejuicios, pues es posible que nunca más veas a ese “extraño” y tu conversación no tendrá consecuencias familiares o laborales.
Dentro de los aspectos más relevantes del estudio, destacan los beneficios cognitivos, motrices y del habla, los que a personas mayores de 40 años incluso proveyeron de vitalidad y deseos de hacer cosas nuevas.
Quizás debemos hacer un encuentro de chicas Fucsia y compartir nuestras vivencias. ¿Les gusta la idea?