El concepto de género ha cumplido desde siempre un rol significativo en las sociedades. Al respecto, la división de género históricamente dominante es una dicotomía masculino-femenino ligada al sexo biológico, donde pirulín ⇒ hombre ⇒ género masculino, y choriflai ⇒ mujer ⇒ género femenino. Junto con hacer la distinción, a dichas categorías se les atribuyen vestimentas, comportamientos y actividades culturalmente apropiadas, sin dejar mucho espacio a elección o cuestionamientos. Sin embargo, con la llegada de la teoría queer, dicha clasificación se entiende como una alternativa más dentro de un espectro mayor de expresiones de género que escapan a este modelo binario.
Una de estas identidades no-binarias o genderqueer es el caso de las personas que no se adscriben a ningún género definido: los agénero. En esta categoría se considera a quienes no se sienten identificados por los géneros socialmente establecidos, no encuentran relevante el concepto de género, o bien consideran que su identidad de género es neutral (aunque en este último caso, algunos autores prefieren usar el término "neutrois"). Por otra parte, el concepto de "agénero" no debe confundirse con "asexual", pues este último se refiere a personas que no experimentan atracción sexual; los agénero pueden tener cualquier orientación, siendo la asexualidad una opción más.
¿Y cómo es eso de no tener género? En la práctica, es muy difícil definirlo, porque cada persona vive su identidad de manera diferente. En algunos casos, implica algunas discrepancias en temas como el nombre propio, la vestimenta, el uso de pronombres y marcadores de género en el lenguaje, y quienes se declaran agénero procuran alcanzar la mayor neutralidad posible en todos estos aspectos, cultivando una apariencia andrógina y usando palabras neutras para referirse a sí mismos. Para otros, viene acompañado de una profunda disforia de género, o la sensación de contradicción entre la identidad personal y el sexo anatómico, lo que puede conducir a estados de ansiedad y depresión. También existen personas agénero a las que su condición no les produce ningún inconveniente práctico, pues su sexo les es indiferente y no expresan exteriormente su identidad, por lo que actúan cotidianamente según el género que la sociedad les atribuye, sin que esto repercuta en su conceptualización de sí mismas.
Como ves, el ser agénero es difícil de explicar desde fuera, pero es tan válido como las categorías tradicionales de género, ya que todos tenemos derecho a definir nuestra identidad de la manera que mejor nos acomode y nos haga sentir plenos. Lamentablemente, el mundo genderqueer muchas veces debe soportar el rechazo o incluso violencia por parte de quienes no logran ponerse en los zapatos del otro, y por eso es importante informarse, ser empáticas y respetuosas... ¡Y, simplemente, celebrar la diversidad humana!
¿Y tú, qué piensas de la identidad de género? ¿Has estado alguna vez en conflicto con la tuya? ¡Cuéntanos tu experiencia en los comentarios!